El Periódico - Castellano - Dominical

Especial Vinos. Los mejores caldos

Villabuena de Álava (Eskuernaga en euskera) se alza en una loma de la Rioja Alavesa rodeada por hectáreas y hectáreas de viñedo. Con 300 habitantes censados y más de 40 bodegas, es el pueblo del mundo con más bodegas por habitante. Visita obligada para am

- TEXTO Y FOTOS: DANIEL MÉNDEZ

Paseando por las calles de Villabuena unas semanas después de la vendimia, el aroma de la uva fermentand­o en los lagos (como se llaman los depósitos de hormigón donde se procesan) invade el ambiente. No es de extrañar: la mayoría de las casas de esta localidad alberga una bodega en su sótano. Estamos en el pueblo con más bodegas por habitante del mundo. Hay algo más de 300 personas censadas –aunque en invierno, cuentan, viven unas 160– y 43 bodegas censadas. «¡Aquí, todo el mundo entiende de vino! Lo hemos mamado desde pequeños. Cuando éramos críos, íbamos ya a echar una mano a la vendimia. Antes era una fiesta, iba toda la familia, con el carro, el bacalao...». Habla Antonio Ramírez de la Peciña, penúltimo eslabón de una familia de larga tradición bodeguera: «Conmigo son ya 12 generacion­es». El suyo es un vino de año. El que se comerciali­za bajo la etiqueta Bikain lleva una mezcla de tempranill­o y viura, una variedad con mucho arraigo en la zona que ha dado nombre al moderno hotel ubicado en el centro del pueblo. Y cuenta Antonio, dejando translucir su orgullo, que ellos lo hacen a la manera tradiciona­l: pisando la uva. No son muchos los que siguen empleando este método. «Tras la vendimia –explica– traemos al lago el racimo entero y durante unas semanas se produce la maceración carbónica», es decir, que se rompe por su propio peso y fermenta. Así permanece durante algo menos de tres semanas, y cada día se realiza el llamado 'remontado': con una bomba, extraen el líquido del fondo del depósito y 'riegan' la uva con él. De este modo se mezcla el mosto, y la temperatur­a se mantiene constante. A unos 24 grados. El pisado posterior de la uva cumple un ritual muy preciso: a lo largo de dos días se irá pisando el lago, primero una mitad y después la otra. El tercer día, la oruja pasa a la prensa de husillo para extraer el jugo que todavía pueda contener. Y de ahí al depósito, donde se produce la llamada 'fermentaci­ón maloláctic­a', que reduce la acidez del vino. U N N O MB R E MA L S O NA N T E . Un paseo por esta localidad es como una lección magistral del vino. O muchas. Si el bodeguero se encuentra en 'casa' es fácil que invite a pasar al visitante. Explica el origen de su bodega, el proceso de elaboració­n del vino… Consciente­s del valor de estas visitas, se ha organizado el Villabuena WineTour (se puede reservar, por 25 euros, en la recepción del hotel Viura), que acaba de recibir el premio Best of Bilbao-Rioja 2019 del Turismo del Vino. La ruta permite conocer de primera mano tres de las más de diez bodegas que participan. Por supuesto, se catan los caldos. Allí se encuentran algunas de las grandes, como Bodegas Izadi, Luis Cañas o V&B de la Marquesa. Y otras de escala media, como Bodegas José Basoco Basoco o Bodegas Hermanos Frías del Val. El Flako, como es conocido en el pueblo, es Vicente, uno de los hermanos Frías del Val. «Somos la cuarta generación dedicada a esto. Al principio se hacía vino para consumir en casa. Después se empezó a vender a las grandes comerciali­zadoras, las que llevaban el vino a granel a Bilbao. Y mi padre empezó a vender el vino embotellad­o en los años setenta». Y ellos han dado un paso más allá elaborando un caldo cuidado, con un toque personal. «Lo que ha hecho de Villabuena un pueblo tan bodeguero es

EN VILLABUENA, LA MAYORÍA DE LAS CASAS ALBERGA UNA BODEGA EN SU SÓTANO. "¡AQUÍ, TODO EL MUNDO ENTIENDE DE VINO! LO HEMOS MAMADO DESDE PEQUEÑOS"

UN PASEO POR ESTA LOCALIDAD ES COMO UNA LECCIÓN MAGISTRAL DE VINO. SI EL BODEGUERO SE ENCUENTRA EN 'CASA', ES FÁCIL QUE INVITE AL VISITANTE

que aquí partimos de un fruto excepciona­l. Tenemos un clima muy equilibrad­o y casi todos los años sale un buen vino». Aunque el año pasado una helada en abril diezmó las cosechas. Afortunada­mente este año se ha dado mejor. «Aunque hemos tenido que trabajar mucho», cuenta Juan Pedro Berrueco Ruiz de Gallo, otro bodeguero cuya familia lleva más de 40 años elaborando caldos locales. «Aunque al final se ha salvado la cosecha, se ha visto muy bien quién era viticultor de verdad y quién no. Hemos tenido que estar muy encima de la viña». Cuenta también que se ha perdido parte del espíritu colaborati­vo que había antes. «Con la ley en la mano, ya no lo puedes hacer». Antes se hacía de modo informal, hoy te ayudo yo, mañana me echas un cable tú. Hoy día los seguros, los papeleos… han complicado la cosa. Aunque parte de este espíritu sigue. Y no son pocas las bodegas que tienen en su planta superior un txoko, donde juntarse con la cuadrilla a catar vino con un buen plato caliente. Villabuena se llama Eskuernaga en euskera. Y antes se llamaba Villaescue­rna en castellano, pero en el siglo XVIII se decidió cambiarlo a Villabuena porque el nombre en castellano resultaba malsonante. Desde 1916 el nombre oficial del pueblo es Villabuena de Álava, para diferencia­rlo de tantas otras localidade­s en la Península que llevan el mismo nombre. A MI S TA D E S E L V I N O H AC E . Alrededor de la villa, los viñedos lucen un intenso color rojo en esta época del año. Iñaki Cámara, director gerente de las Bodegas Luis Cañas, cuenta que tradiciona­lmente la vid se encontraba en las zonas más altas: las menos productiva­s, «porque la vid, como el olivo, se adapta a todo y sobrevive en cualquier parte». «Cuando llegan los visitantes, especialme­nte los de fuera, se creen que todo es nuestro. ¡Qué va! Aquí siempre han dominado las pequeñas parcelas. Muchas no llegan a media hectárea». Con su propia uva, y con la que compran a los viticultor­es de la región, elaboran desde crianzas hasta vinos gran reserva. Para catarlos, no hace falta ir a la bodega. Junto al hotel Viura, en la plaza del pueblo, la vinoteca Viura es el lugar de reunión por antonomasi­a de los amantes del vino al caer la tarde. Un local de aspecto moderno donde conviven los bodegueros de Villabuena con los foráneos. Un punto de encuentro donde conocer los caldos locales y a sus productore­s. Sobre una tabla de madera, alguno de los visitantes ha dejado escrito: «¡Qué súbitas amistades surgen del vino!». Y, como para darle la razón, cuatro locales charlan sentados en una mesa. Esto es Villabuena de Álava. Y merece la pena conocerlo.

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