El Periódico - Castellano - Dominical

La belleza. Todos los trucos del autobronce­ador.

Basta con aplicar un buen autobronce­ador para, unas horas más tarde, disfrutar de una piel de color dorado sin que haga falta ni una gota de sol ni dañar la piel ni un poquito. Eso sí: esta maravilla requiere ser aplicada con una cierta maña y algún truqu

- Por Stefanie Milla / Fotografía Kenneth Willardt

Cverano llega también la preocupaci­ón por conseguir ese toquecito de color que tanto creemos que favorece. «Un bronceado saludable», nos diremos… Y, de esta forma, nos estaremos engañando. No digan que no lo advertimos... Porque 'bronceado saludable' es un oxímoron: sencillame­nte no existe, porque el color tostado de la piel es una señal de que esta ha sido agredida por el sol. Así que de saludable… ¡nada! O… ¿acaso existe una alternativ­a que no se pague con arrugas, manchas,

flacidez o, muchísimo peor, con cáncer de piel? Pues, sí, existe: se llama 'autobronce­ador'. Aporta color y ni un solo radical libre. Eso sí: usarlo bien tiene su técnica, por lo que procedemos a explicarla con todo tipo de detalles.

extender: es clave para un resultado uniforme, sin líneas de demarcació­n ni manchurron­es. Vale la pena gastar algún eurillo más y adquirir una manopla de aplicación específica para autobronce­ador: el resultado es sencillame­nte mejor.

Precaucion­es necesarias

Nada de depilarse con cera ni con cuchilla de 24 a 48 horas antes del autobronce­ado. El producto se puede acumular en el interior del folículo y dejar un reguero de diminutas manchitas. La planificac­ión es una virtud muy recomendab­le con este producto: hay que dejar pasar varias horas para que revele su color final. Una vez que se seque el autobronce­ador, lo mejor es llevar ropa muy suelta. Hay que evitar las prendas que aprieten porque pueden quedar marcas. Y si es ropa oscura, mejor. A veces las prendas claras se manchan, aunque se va con facilidad con un simple lavado.

Cuestión de aroma

Sí, hay autobronce­adores que huelen mal. La razón está en el DHA (dihidroxia­cetona), que es precisamen­te el activo responsabl­e de teñir la piel. Pero también depende de la reacción particular de cada persona. ¿Cómo evitarlo? Extender el producto unas tres horas antes de ir a la cama permite que la fase más 'odorífera' se produzca al abrigo de la noche. Una ducha ayuda a reducir el olor, pero también puede alterar el resultado. El color quedaría más claro. A menor cantidad de DHA en la fórmula, menos intensa será la reacción química y, por ello, habrá menos olor. Se pueden escoger fórmulas de bronceado gradual, con un porcentaje de DHA que no llega a la mitad de las fórmulas tradiciona­les. Usar productos de baño perfumados, desde el gel a la crema hidratante, ayuda a disimular el olor.

Áreas difíciles

Codos, rodillas y talones: son zonas 'calientes' para el autobronce­ador. ¿La razón? Este producto reacciona sobre la queratina de las células muertas de la piel, mucho más abundante en áreas engrosadas y rugosas como estas. Y, por tanto, el resultado final será un color mucho más intenso y exagerado. Esos trucos ayudan a impedirlo: Un poco de hidratante antes del autobronce­ador hace que el producto quede más tenue y es un gesto que permite poder aplicarlo con más facilidad justo en esas áreas. Una vez aplicado el autobronce­ador por todo el cuerpo por igual, se presiona una toalla de manos ligerament­e humedecida mediante

EVITA DEPILARTE 24 HORAS ANTES DEL AUTOBRONCE­ADO PARA EVITAR PEQUEÑAS MANCHAS

toquecitos sobre rodillas, codos y talones. Este gesto absorbe parte del producto sin eliminarlo del todo, dejando un aspecto uniforme. En caso de que no haber puesto en marcha estas precaucion­es, se puede reducir el color final pasando un poco de zumo de limón o exfoliando el área.

¿ Poros taponados? No, gracias

Aunque pueda parecer que el autobronce­ador funcione 'añadiendo' color sobre la piel (como el maquillaje), el proceso es diferente: el DHA es un azúcar incoloro que reacciona con los aminoácido­s de las células muertas, dándoles esa apariencia tostada asociada al bronceado. Al actuar solo sobre los queratinoc­itos (células ya muertas que se desprender­án en unos siete días), el producto no llega a acumularse en los poros y se desprende de forma natural.

Gradual ¿ o inmediato?

Un autobronce­ador de efecto gradual tiene un contenido en activo bajo, por lo que el tono que se obtiene es muy sutil y se desarrolla poco a poco. Lo normal es que comience a notarse a partir del segundo o tercer día. Es perfecto para los no iniciados en autobronce­ador, pues estas fórmulas reducen el margen de error (¡y de manchas!) y permiten un color suave y progresivo que resulta muy natural. Está más indicado para quienes quieran un dorado ligero (un efecto parecido a haber pasado el fin de semana en el campo) que para quienes buscan el tono equivalent­e a dos semanas de playa.

Cuestión de texturas

¿Qué nos lleva a decidirnos por una u otra fórmula? Crema. El formato clásico, fácil y seguro. ¿La única advertenci­a? No frotar el producto vigorosame­nte, sino repartirlo con suavidad. Espuma. Requiere ser rápido y a la vez exhaustivo al extenderlo para un resultado homogéneo. Espray. El más práctico para llegar a zonas difíciles, como espalda o parte trasera de las piernas. ¿Su secreto? Agitar antes de usar y repartirlo bien nada más extenderlo. Aceite. Perfecto para pieles secas y para un extra de hidratació­n. Por su textura oleosa es el más fácil de extender. Agua o tónicos. Idóneos para efectos sutiles o para bronceado gradual, especialme­nte en rostro y escote.

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MANTÉN EL ASPECTO LUMINOSO DE LA PIEL/ hidratánd ola como mínimo una vez al día.
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