El Periódico - Castellano - Dominical
"CUANDO TUVE CÁNCER NO SENTÍ MIEDO. YO SOLO QUERÍA COMPONER Y COMERME EL MUNDO"
uando tenía diez años, su pasatiempo favorito era quitarle el sonido a la 'tele' e imaginar qué banda sonora compondría para cada película. Nacido en una familia con una larga tradición musical, Lucas Vidal (Madrid, 1984) siempre lo tuvo claro. Por eso, estudió composición de bandas sonoras en Berklee, una de las mejores escuelas de música del mundo, antes de pasar por la mítica Juilliard y terminar poniendo en marcha su propio estudio en Hollywood, donde compuso la música de cintas como El enigma del cuervo o taquillazos como Fast and Furious
6. Todo eso siendo veinteañero. Después de pasar diez años con un pie en España y otro en Los Ángeles (y después de ganar dos Goya en 2016 por la banda sonora de Nadie quiere la noche y la canción original de Palmeras en la nieve), el año pasado Vidal volvió para quedarse.
El confinamiento, en su casa de Madrid, no ha cambiado su rutina de trabajo. Él ya sabía lo que era teletrabajar con una niña pequeña en casa. De hecho, no ha parado: está trabajando en la banda sonora de Dime quién soy, basada en la novela de Julia Navarro, pero también en la miniserie
Los favoritos de Midas (con Luis Tosar), en la esperada serie de Movistar
Paraíso y en la película de acción
Xtremo. En septiembre, además, publica su primer disco: Karma,
donde pone su formación clásica al servicio de la música electrónica. Sin complejos, porque Vidal no es un purista, sino un apasionado.
XLSemanal. La película que hemos vivido daría para una gran superproducción. ¿Ha compuesto alguna melodía apocalíptica durante el confinamiento?
Lucas Vidal [se ríe]. ¡No! Tengo tantos proyectos que no he tenido tiempo. Varias personas muy próximas han sufrido la enfermedad y componer ha sido una vía de escape a esta locura.
XL. O sea que ese bloqueo creativo del que se han quejado algunos artistas no le ha afectado.
L.V. Todo lo contrario. He trabajado con mucha disciplina y he tratado de no estar pegado todo el día a las noticias porque esa ansiedad no me ayuda. Además, soy muy práctico: trabajo con la primera idea que tengo, no me tiro cinco horas dándole vueltas.
XL. Tocaba el piano con tres años y la flauta travesera con siete. ¿Era un niño prodigio?
L.V. No creo, pero sí especial... Tenía una conexión innata con la música y me montaba mis propios puzles mentales a partir de lo que escuchaba.
XL. ¿Y qué música se escuchaba en su casa?
L.V. Mis padres, solo música clásica. Con cinco o seis años, me podía pasar toda la tarde jugando con mis legos y escuchando a Schumann, Wagner o Ravel. A veces, escuchaba la música de mi hermano: Michael Jackson, Mecano, Celtas cortos... [se ríe]. Pero solo de pasada.
XL. Además, su abuelo, José Manuel Vidal Zapater, fundó Hispavox, la discográfica que lanzó a Raphael o a Karina...
L.V. Sí. Y mis primos (Yury, Zenayda y Nadia Yanowsky) son bailarines, igual que mis tíos... Crecí yendo al Auditorio Nacional y a los conciertos de Radio Televisión Española los fines de semana. Supongo que estaba predestinado a dedicarme a esto.
XL. Supongo que con sus amigos no podía hablar de música clásica, ¿no?
L.V. ¡No! Tenía casi una doble vida: los viernes salía de fiesta con ellos hasta las seis de la mañana y el sábado a las diez, clase de piano clásico [se ríe]. Pero nunca me trataron como a un bicho raro.
XL. Con 16 años, asistió a un curso de verano en Berklee College, una de las escuelas de música más prestigiosas del mundo. Y se encontró en su salsa...
L.V. Sí. Mi plan era estudiar Derecho y Empresariales, pero cuando llegué a Berklee conocí por primera vez a gente como yo: adolescentes con mis intereses, chavales de todo el mundo, auténticos genios. Cuando volví a España les dije a mis padres: «Chatines, esto es lo mío».
XL. Le diagnosticaron un cáncer con 21 años, ¿cómo encajó la noticia?
L.V. En ese momento, mi sueño era grabar con orquesta y había logrado que estudiantes de otros conservatorios tocaran conmigo.
Si veía a alguien cargando un instrumento, lo paraba, le contaba el proyecto y, como no podía pagarles, les ofrecía una carta de recomendación y pizza. ¡Todos decían que sí por la pizza! A cinco días de mi primera grabación orquestal, me dicen que tengo cáncer.
XL. Vaya palo...
L.V. Sí, pero lo viví con mucha normalidad: mi padre es médico. Fueron tres meses de 'quimio', se me cayó el pelo y esas cosas, pero nunca tuve miedo a la muerte.