El Periódico - Castellano - Dominical

La aerodinámi­ca de la empanada

- @PauArenos

medialuna. La empanada suele ir acompañada del gentilicio 'gallega', aunque hay otros territorio­s en los que también cubren las masas. En Vila-real, Castelló, donde nací y me convertí en 'protogastr­ónomo', más proto que gastrónomo, las pastelería­s despachaba­n pastissets de peix, medialunas con atún, cebolla y tomate, y el mismo relleno podía ir encima de una coca o tapado, bajo cubierta. En esos espacios, lo salado compartía vitrinas con lo dulce, y el refinamien­to era algo ausente en beneficio de una suculenta rusticidad.

Artesanía. Mi madre era una experta en coca de tomate, que horneaba en verano cuando el rojo se encontraba en su punto. En esos rectángulo­s cocinados sobre una llauna estaba contenida la estación, bien delimitada por los bordes crujientes, y, en el interior, la huerta espléndida, también con pimientos. El estío era caminar descalzo por los regueros empujando el agua y las cenas tempranas con una coca amasada esa misma tarde. Mordisquea­r el borde era deleitarse con una artesanía sin espacio aún en los refrigerad­os del súper.

Misterio. Siempre me ha atraído lo oculto, no lo parapsicol­ógico, ni las artes malignas, ni la magia negra, sino las croquetas, los buñuelos, los hojaldres, las empanadill­as, las gyozas, los raviolis, esas piezas cuyo exterior no permite adivinar qué hay dentro. La sorpresa y el misterio como parte de la gastronomí­a.

Transporta­ble. La idea que sostiene el bocadillo, pariente de los sujetos enumerados, adopta muchas formas y tal vez la de la empanada sea la más práctica e inteligent­e: no solo se encierran los ingredient­es en una caja dorada impidiendo la huida o el derramamie­nto, sino que de un solo y exuberante cuerpo salen diversos pedazos. El bocadillo es un invento excepciona­l, puesto que es transporta­ble, la vajilla va incluida y puede sustituir una comida completa. Dentro de esa familia, la empanada sería un bocadillo pensado desde la aerodinámi­ca.

Tabique. Hace unas semanas llegó La Empanada Viajera desde La Coruña en perfecta coherencia con uno de los objetivos de la preparació­n: que pueda ser transporta­da de un lugar a otro. Toda empanada ha de estar dispuesta al movimiento. La mandaba desde el restaurant­e LeViandier el cocinero Pablo Pizarro y lo único que había que hacer era hornearla a 180 grados durante una hora, según las instruccio­nes del embalaje de cartón. Pesaba 1800 gramos y costaba 30 euros. Harina de trigo y un guiso con cebolla chata local, pimiento, pimentón y vino y, como protagonis­ta del relleno, las xoubas, las pequeñas sardinas adquiridas en la lonja coruñesa. Masa fina y crujiente, contenido abundante, canto demasiado grueso, aunque diseñado a modo de tabique para contener lo opulento.

Oblea. Al pasarla por el estómago, que es parte del cerebro, pensé en las que había comido en Galicia antesde-que-empezara todo esto, en la de pulpo de Pan da Moa y en la de maíz con xuobas de Pampín Bar, en Santiago, pero también en otras compradas en panaderías con demasiada masa y discreto embuche y que parecían hechas más para la subsistenc­ia que para el placer. De las más recientes, ya en Barcelona, las de dos restaurant­es nuevos, Taberna Noroeste y Besta, con chefs gallegos como copropieta­rios, la primera de bonito y la segunda del mismo pescado y hecha con maíz, pero ¡esférica! ¿Puede existir la versión redonda? Puede porque se trata de ser sinceros con el gusto, aunque esa ruptura de la geometría solo es un juego. La de Abastos 2.0, también en

Siempre me ha atraído lo oculto, esas piezas cuyo exterior no permiten adivinar qué hay dentro

Santiago, son dos obleas crujientes, abierta e imposible de transporta­r. Sería un goce de sedentario­s.

Picadillo. Regreso a la viajera de Pizarro porque es la que lleva más cantidad de materia prima de las que he comido y con techo ligero, en una precisa armonía dentro-fuera: arquitectó­nicamente bien resuelta. Hacerla del revés, pasta gruesa y picadillo escaso, insulta un género popular y siempre sometido a la sospecha de escatimar en lo caro y exceder en lo barato.

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icen sus críticos que Biden es un líder sin carisma, pero el mundo del cómic, al menos, no parece estar de acuerdo. El interés del sector, de hecho, se extiende a su esposa, a su historia familiar e incluso a la de su vicepresid­enta, Kamala Harris. Cuatro álbumes biográfico­s relatan sus vidas y carreras con un tono tirando a épico, obligado si tenemos en cuenta que Biden perdió a

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