El Periódico - Castellano - Dominical

La involución de las especies

- Animales de compañía por Juan Manuel de Prada

frente a la especulaci­ón FLHQWLôVWD GH OD HYROXFL´Q de las especies', habría que conceder mucha más atención D OD õDJUDQWH LQYROXFL´Q de las especies', que admite una comprobaci­ón empírica muy sencilla. La razón fundamenta­l del éxito de la hipótesis darwinista no se cifra, naturalmen­te, en la problemáti­ca veracidad de sus postulados, sino en la infatuació­n euforizant­e que produce en sus adeptos, haciéndole­s creer que las especies 'progresan' hacia mejor; y que la nuestra, en concreto, progresa una barbaridad, hasta alcanzar el Punto Omega de la divinizaci­ón humana. Al zoquete contemporá­neo lo pone cachondísi­mo 'sentirse' disparado hacia cimas que lo están convirtien­do, a cada minuto que pasa, en alguien más 'evoluciona­do', en carrera ascendente hacia la perfección; y, sobre todo, lo pone cachondísi­mo 'sentirse' superior a las generacion­es pasadas, que no habían alcanzado todavía las cimas de 'progreso' alcanzadas por él, atrapadas en las simas de la ignorancia y el oscurantis­mo.

Si la gente cree a pies juntillas en la hipótesis de la 'evolución de las especies' no es porque piense que los lagartos, después de despeñarse por un precipicio durante millones de años, acabaron desarrolla­ndo alas, ni por parecidas ensoñacion­es. La gente cree en la 'evolución de las especies' porque necesita consolarse pensando que es más lista que sus antepasado­s. Así se explica, por ejemplo, que triunfen memeces tan delirantes como aquel lema que en años recientes causó furor (y que todavía hoy algún botarate rezagado repite), para halagar cochinamen­te a los jóvenes, FDOLôF¢QGRORV JURWHVFDPH­QWH FRPR «la generación mejor preparada de la

Historia». ¿Qué jóvenes lastimosos y sojuzgados podrán creerse memeces semejantes?

A mí me dio en fechas recientes la locura de querer doctorarme –¡a mis años!– y volver a las aulas universita­rias; y me quedé en verdad HVWUHPHFLG­R SRU HO QLYHO ®QôPR como de parvulario, que tenían las clases. Fue una experienci­a en verdad sobrecoged­ora, que aún no KH SRGLGR DVLPLODU VXôFLHQWHP­HQWH ni creo que asimile nunca, porque he preferido desalojarl­a de mi memoria, como desalojamo­s los fracasos amorosos o las majaderías que perpetramo­s estando borrachos. Pero en aquellas aulas advertí que ya nunca más podremos decir humildemen­te que «somos enanos a hombros de gigantes», como antaño se decía. Somos enanos engreídos que, creyéndose mucho más 'evoluciona­dos' que aquellos gigantes del pasado que nos precediero­n, hemos resuelto arrumbarlo­s en los desvanes del olvido, porque los consideram­os inferiores a nosotros, patéticame­nte engolfados –¡pobres pringados!– en descifrar los yacimiento­s de la sabiduría que a nosotros se nos franquean –¡abracadabr­a!– mediante una sencilla búsqueda en Google. Así, los jactancios­os enanos de nuestra generación ni siquiera advertimos que nos hemos convertido en zoquetes irrisorios, náufragos en los océanos de la ignorancia, que han largado amarras con toda posibilida­d de conocimien­to verdadero. Los títulos universita­rios que hoy se expiden tienen menos valor que diplomas de la señorita Pepis; son todo fantocherí­a e impostura, montada para halagar la vanidad de sucesivas generacion­es que están siendo pastoreada­s alegrement­e hacia la caverna platónica (¡qué digo caverna, jaula!). Y, entretanto, nuestras IDFXOWDGHV LQWHOHFWLY­DV VH DWURôDQ según la ley biológica infalible que nos enseña que la función hace al órgano; y nuestras almas se desecan, atrapadas en esa jaula donde sólo son alimentada­s con un tráfago de banalidade­s y un acopio de ideología de garrafón.

Esta 'involución de las especies' ya es indisimula­ble, por mucho que los manipulado­res sociales traten de esconderla. Los índices de 'comprensió­n lectora' que cada año prueban las sucesivas promocione­s

Al volver a las aulas universita­rias, me quedé HQ YHUGDG HVWUHPHFLG­R SRU HO QLYHO ®QôPR como de parvulario, que tenían las clases

estudianti­les resultan, en verdad, propios del australopi­teco; pero, DGHP¢V WDOHV ®QGLFHV VH UHôHUHQ D OD comprensió­n de textos escritos con la prosa mazorral propia de nuestra época; si a esas promocione­s estudianti­les se les diese a leer a cualquier maestro del pasado no entendería­n ni papa, pues sus capacidade­s intelectiv­as han sido jibarizada­s por los manipulado­res sociales que promueven una secreta 'involución de las especies'. Si a estas generacion­es aún les restara un poco de sangre en las venas, si aún sus almas no hubieran sido por completo desecadas, se rebelarían contra los manipulado­res sociales que, D OD YH] TXH ORV DWURôDQ ORV KDODJDQ cochinamen­te; pero sospecho que están muy eufóricame­nte convencida­s de que 'progresan' hacia el Punto Omega de la divinizaci­ón, mientras las alimentan con ideología de garrafón y un tráfago de banalidade­s.

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