El Periódico - Castellano - On Barcelona
Restaurantes en los que continuarás viajando, pero con el paladar.
¿Cómo combatir el síndrome posvacacional? Viajando de nuevo con el paladar gracias a estos restaurantes
De vuelta a la rutina, hay quien sufre síndrome posvacacional. Esa depresión que te entra por regresar al curro en vez de seguir de relax por los siglos de los siglos. Encontrarás mil y un artículos explicando cómo superarlo, pero nosotros te proponemos hacerlo a nuestra manera. Es decir, por la vía del paladar. Y sin contemplaciones: en estos restaurantes no tendrás el dichoso síndrome porque, sencillamente, allí seguirás de vacaciones mientras comes sus platos y recuerdas el viaje que hiciste hasta aquellos países lejanos (o te imaginas haciéndolo).
1. BISTROT LEVANTE
Mirando al este del Mediterráneo Este pequeño pero luminoso y agradable restaurante de la coqueta plaza de Manuel Ribé, 1, muy cerca de la de Sant Jaume, te transportará con su cocina a los países de la ribera este del Mediterráneo: Turquía, Israel, Líbano, Palestina, Jordania... Reinterpreta el concepto de cocina meze (una selección de aperitivos para picar entre varias personas ofreciendo platos contudentes para compartir (a ver si puedes acabarte el hummus con el pan de pita con la ayuda de alguien más) de una carta no muy extensa pero sí cambiante y muy rica en sabores. El pan de pita llega de Israel, no hay que perderse la sensacional berenjena con tahini y granadas, uno de los hits de la casa es el shawarma de cordero macerado con especias y mención aparte merecen su trabajada carta de vinos naturales españoles, franceses e italianos (atención a los orange, blancos de color anaranjado por la maceración con las pieles de la uva), y los desayunos y el brunch del fin de semana.
2. ZINBAR
Marruecos moderno y sofisticado Este restaurante del Eixample (Balmes, 159) es puro glamur. Cero tópicos respecto al ambiente y la gastronomía marroquí. Ni en la decoración ni en los platos que elabora Youssef Elmazari, un delicado cocinero que estudió en Hofmann y que trabajó en restaurantes franceses como Bras y barceloneses
como Agust Gastrobar y el Hotel Cotton House, en Barcelona. De ahí que aplique técnicas de cocina francesa a platos de su país. El más icónico de la carta es la sopa harira que él elabora a base de fumet de gamba y que lleva vieira asada, bígaros y emulsión de mantequilla blanca. Para beber, vinos marroquís de la bodega La Ferme Rouge, del enólogo francés Jacques Poulain.
3. KUAI MOMOS
De paseo por el sudeste asiático
En este pequeño local de Asia –perdón, de Gràcia (Martínez de la Rosa, 71)–, probarás las cocinas del sudeste de este continente porque el chef y propietario, Jordi Brau, estuvo siete años viajando y viviendo en Filipinas, China, Tailandia, Laos, Vietnam… Con esa mochila vital (y nunca mejor dicho porque ejerció de mochilero) y la experiencia que había acumulado antes en las cocinas de Carles Gaig y Xavier Franco, abrió Kuai Momos, donde los cocineros asiáticos elaboran cada plato al momento, adaptando las recetas a nuestros paladares porque algunas son excesivamente potentes y/o picantes. Los reyes de la casa son los momos, que dan nombre al restaurante: unos raviolis nepalís que van rellenos de vegetales, gambas, carne de cerdo... —