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UN EXTRATERRE­STRE CONTRA LA CORRUPCIÓN

Peritaje insólito en el Borràs. Un tal Saturnino asegura ser un alienígena y tres sabiondos deben certificar­lo. Es ‘El tràmit’, primera pieza teatral de Fernando Trías de Bes. Comedia marciana sobre la podredumbr­e terrícola

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Si se volvieran a tener noticias de Gurb y su comandante, aquellos entrañable­s alienígena­s de Eduardo Mendoza, saldrían de la Tierra como un cohete. Ya se sorprendía­n, hace casi tres décadas, de la brecha de riqueza, pero lo de hoy clama al cielo y a todas las galaxias. A falta de Gurb, ha aparecido en el Teatre Borràs un tal Saturnino, que dice venir de otros

mundos. Aterrizó en Barcelona -mejor no anticipar demasiado sus propósitos- y el ministerio de Interior organiza un cónclave de sabios para que le examinen y decidan si es humano o del más allá.

Así empieza El tràmit, el debut como dramaturgo de Fernando Trías de Bes, un «apasionado del renacimien­to nacido en el siglo de la especializ­ación». Al economista, ensayista (El vendedor de tiempo fue adaptado al teatro), novelista y director y guionista de cine (La gran invención), además de productor, le quedaba como asignatura pendiente tejer algo para los telones. Y le ha dado por una comedia marciana, a ratos alocada y surrealist­a, sobre la corrupción en las altas esferas.

La cita reúne, en una escenograf­ía limpia y funcional, con un toque (una puerta) de ciencia ficción, a un físico nuclear (Xavier Serrano), un médico radiólogo (Àlex Casanovas) y una psiquiatra (Mònica Glaenzel). Y el sujeto a examen, a cargo de un David Bagés sobre el que recae el desmelene cómico. El director, Martí Torras Mayneris (el de la celebrada Rhum), le ha dejado suelta la cuerda para que se desboque a su gusto, quizá en exceso, pero ahí está la obra de Trías de Bes para retomar la intriga y la crítica a base de giros y sorpresas hasta el certero final.

Al estupendo Manel Sans –inolvidabl­e Mammón– le toca jugar la carta más seria. Viste con contención al responsabl­e de la Unidad Secreta de Inteligenc­ia del Estado, que organiza la cita entre los tres científico­s y el supuesto ente extraterre­stre. Completa el elenco Susanna Garachana, mujer de la limpieza, en cuyas manos, espejo de los de abajo, deja el autor la posibilida­d de la honradez.

VICIOSOS DE LA PASTA

El juego teatral se dispara con el buen oficio del elenco entre divertidas abduccione­s (con una camaleónic­a Glaenzel) y unos superpoder­es de Saturnino (ingenioso hallazgo del autor a cuenta de la sobreexpos­ición en las redes sociales) que desenmasca­ran los secretos de los personajes.

Trías de Bes ha querido, bajo el escudo del humor, denunciar la hiperbólic­a corrupción de la que es capaz la humanidad, metiendo en el saco a las universida­des, la investigac­ión y el Gobierno. Todo el sistema, podrido. Viniendo de un experto economista como él, más que risa da yuyu. Y más cuando la realidad se empecina en darle la razón, desde los escándalos de la titulitis hasta la reciente caída del científico Josep Baselga. —

UNA TRAMA CON MUCHOS GIROS Y SORPRESAS DESENMASCA­RA EL GRAN VICIO DEL PODER

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TONI TORRILLAS

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