El Periódico - Castellano - On Barcelona
Escape Room: un entramado cómico sobre la sinceridad en pareja.
El Goya se apunta al juego de moda con ‘Escape room’, un artefacto cómico diseñado por Joel Joan y Hèctor Claramunt con muchos alicientes para atrapar al gran público
Estirando del hilo del procés, que ha dejado no pocos descosidos en las relaciones entre amigos y familiares, Joel Joan y Hèctor Claramunt –el tándem creativo de El crac (TV-3)– han tejido en Escape room un entramado cómico sobre la sinceridad en la pareja que apunta a uno de los bombazos de la temporada. Con este estreno, el Teatre Goya abre sus puertas a un público más amplio, también juvenil. Los alicientes están ahí: desde una trama que, partiendo del juego de moda, funciona como máquina de la verdad, metiendo a los personajes en situaciones comprometidas que disparan las risas en la platea, a un elenco con
muchas tablas que se maneja estupen- damente en el registro cómico. La ágil dirección da un ritmo fluido que apuntala el buen funcionamiento del divertido artefacto. Una comedia ligera, en clave de thriller y con elementos de terror, para desengrasar estos tiempos que asustan.
PERSONAJES ESTEREOTIPADOS
Los autores dibujan a cuatro personajes marcadamente estereotipados y fácilmente reconocibles. Joel Joan es Edu, el pacificador; un tipo alérgico a los conflictos, ideólogo de las superislas. Paula Vives es su novia, Marina, de gatillo fácil –dispara lo que piensa sin titubeos–; cupaire y feminista. Buen hallazgo la vuelta de tuerca a la gramática patriarcal; su uso del plural femenino «todas» en lu- gar del «todos» resulta hilarante. Com- pleta el cuadro una pareja amiga de Edu: Rai (Oriol Vila), un cineasta engreído, y
LA VIS CÓMICA DE JOEL JOAN, ÀGATA ROCA, PAULA VIVES Y ORIOL VILA APUNTALA EL ÉXITO
Viky, su mujer, actriz en declive a quien Àgata Roca viste con una fantástica vis cómica. Juntos entran en un escape room de Hostafrancs, un espacio macabro –diseñado con detalle por Joan Sabaté a modo de laboratorio del terror– del que solo podrán salir con la verdad por delante. Las pruebas para intentar escapar de la siniestra habitación destaparán sus mentiras y su competitividad, llevándolos a situaciones límite que harán tambalear sus banderas y relaciones. Hasta el giro final.
Los guiños a la actualidad y al paisanaje político son continuos y los autores procuran la equidistancia en el reparto de zascas. Eso sí, han llevado el divertimento a un terreno pantanoso que abre el debate de los límites del humor. Sobre la mesa, ¡ojo, spoiler!, la referencia a las cámaras de gas, al método de exterminio nazi, que algunos han reprobado. —