El Periódico - Castellano - On Barcelona

Slow & Low

Francesc Beltri capitanea un potente equipo de jóvenes chefs que se atreven con combinacio­nes arriesgada­s

- Pau Arenós parenos@elperiodic­o.com

Francesc Beltri se atreve con combinacio­nes arriesgada­s.

Fui el primer cliente en probar el plato –y eso siempre es temerario– y me gustó. Mucho. «Ciervo asiático», dijo Nicolás de la Vega, segundo de cocina de Slow & Low, restaurant­e capitanead­o por Francesc Frank Beltri.

Nico enumeró los elementos de la salsa y el boli se quedó sin tinta: lemon grass, galanga, cúrcuma, jengibre, lima kaffir,gochujang, aceite de sésamo, vinagre de arroz, soja... Nico es mexicano y pensé en la complejida­d del mole, pero a lo asiático. El contrapunt­o era un na- bo daikon encurtido que daba un giro fresco a las cornadas –sutilmente picantes– del ciervo.

Slow & Low –uf, el nombre– es una larga barra, amplia y partida, donde acomodar en el primer tramo a 16 personas y, en el segundo, a seis, más algunas mesas altas y también convencion­ales en la sala del fondo. Lo recomendab­le es ocupar uno de los seis asientos frente a los fuegos y ver las maniobras de los cocineros, un equipo tan joven como capacitado procedente de la Bodega 1900 y de Terra, en el Hotel Alábriga.

Solo seis meses y 40 platos propios desde la apertura. ¿Slow? ¡Cocineros que van rápidos! Sorprenden con alianzas entre productos: la alcachofa, confitada y a la brasa, con queso ahumado de la isla de El Hierro (de primera) o el calamar con una «velouté a la japonesa», en palabras de Frank, con judías de Santa Pau, plato rebueno que no sé vincular a ninguna tradición. Insistí en eso, en las extrañas relaciones, y Frank respondió con orgullo: «No queremos parecernos a nadie». Vale: estáis en el preámbulo.

A los chefs de la última generación les agrada coquetear con Asia y Latinoamér­ica. En el billete de avión de Frank podría decir: «Ampliamos la despensa con ingredient­es de todo el mundo». La bienvenida a esta ONU es un cóctel a base de ginebra y fino (¡bien!) diseñado por

QUÉ BUENO: CALAMAR CON UNA «VELOUTÉ A LA JAPONESA» Y JUDÍAS DE SANTA PAU

Marc Álvarez. No hay carta, solo dos menús, de 42 y 58 euros. Bodega acristalad­a: de los vinos que pruebo me quedo con Dominio de Atauta 2015. Sumiller Toni Regalado, ¿por qué no jereces?

Erizo con fruta de la pasión (bien; peligro de desequilib­rio). Tostada con peu de porc, kimchi y crema agria (mmm).

Y la primera victoria de la tarde: anguila, corteza de cerdo bañada en oro («el oro, sobre lo más barato»; no es necesario), sorbete de manzana y sopa/salsa de berros y ostra. A cucharadas. Aunque habría que separar el líquido del crujiente para evitar la humidifica­ción exprés.

Siguen en lo alto la espuma de brandada, que oculta una galleta de tomate y helado de sofrito, y el mollete (de Triticum) con merluza a la romana (buscaría un rebozado más crujiente), mayonesa de leche de tigre y un montón de otras cosas. ¿Son necesarias? «Jordi Butron, de Espai Sucre, diría: ‘Es un sabor múltiple’», explica Frank, que recibió clases del postrero.

Alejandro Santafé toma el testigo: los dos postres son de campeonato. El cebiche de manzana, boniato y aguacate (me viene a la cabeza un postre cebichero de Lluerna, aunque diferente) y el Viaje a la India, con lassi de maracuyá, pera, garam masala...

The Alchemix, La Gormanda, Batuar, Bar Veraz, Cruix, Plata Bistró, L’artesana... Cocinas dirigidas por personas altamente competente­s, ácidos y picantes, con chispa y conocimien­to, que han viajado y que prefieren el erizo, el pincho y el riesgo a la comodidad del cojín. —

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 ??  ?? ¡QUEREMOS COMER!Francesc Beltri, en el centro, rodeado del equipo de Slow & Low en la cocina abierta. En la fotografía pequeña, la terrina de ciervo asiático con nabo encurtido.
¡QUEREMOS COMER!Francesc Beltri, en el centro, rodeado del equipo de Slow & Low en la cocina abierta. En la fotografía pequeña, la terrina de ciervo asiático con nabo encurtido.

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