EN NAVIDAD, LA ‘ESCUDELLA’ Y LOS CANELONES MANDAN

DESPUÉS DE casi una década cerrado, el Velódromo resucitó en el 2009 sin perder un ápice de su encanto. Sigue siendo todo un clásico recuperado, un local por el que el paso del tiempo ha dejado su huella con encanto. Aún conserva su antiguo billar, la escalera de madera, el llamativo suelo de mármol y el aire de bar de siempre del Eixample.

Pero algo sí ha cambiado: la carta es más amplia y variada y se puede comer desde primera hora de la mañana hasta altas horas de la madrugada. Sin embargo, el Velódromo no es un bar cualquiera de Barcelona, y esta Navidad lo vuelve a demostrar con un par de menús navideños 100% tradicionales que confirman que las cosas, si son realmente buenas, no tienen por qué cambiar.

Para el 25 de diciembre, el menú por excelencia: escudella, galets y carn d’olla, además de pollo asado, turrones y neules. Las intenciones están claras, ¿no?

Y para Sant Esteve, unos aperitivos dan paso al plato por excelencia de esta fecha, los canelones, elaborados con un rustido de tres carnes de primera calidad perfumado con vino rancio de Batea y gratinado con quesos nobles. Luego viene el rape con una salsa de tallarines sin sofrito, suave y aromático.

Y mejor guardar fuerzas, porque luego llega un postre mágico: el coulant de avellanas acompañado de un sorbete fresco de mandarinas. Un menú homenaje comprometido con nuestras tradiciones y costumbres navideñas que de haberlo probado Sant Esteve, no lo hubiesen hecho mártir.