El Periódico - Castellano - On Barcelona
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Este atractivo planteamiento sobre el racismo llega en un pack en el que se abordan otros temas: la adopción, la precariedad laboral o las relaciones de pareja. Y también esa zona de confort ético que buscan algunas actitudes solidarias. El público está a cuatro bandas en el mismo escenario, convertido en un cuadrilátero don- de se suceden las escenas, algunas incluso asaltos por la vehemencia de los argumentos. En ese espacio casi desnudo, con buenas ráfagas sonoras en las transiciones, los cinco intérpretes a un palmo del espectador componen un cuadro que se sigue siempre con interés.
Y ello sucede porque Duncan muestra un excelente pulso teatral en su escritura, tanto en la definición de personajes como de las situaciones. Lo consigue a par- tir de una economía de lenguaje y precisión que reveEl personaje de la periodista parece forzado y la escena final casi resulta innecesaria. lan fuste de excelente dramaturga. Pese a su planteamiento reflexivo, Duncan también sabe jugar el tono de comedia. En la casilla del debe de Negrata de merda puede reseñarse algún personaje forzado en la trama, el de la periodista, otro quizá un pelín estereotipado, el del repelente padre de Anna, o una escena final irrelevante.
Son mínimas objeciones para una obra que cuenta con un reparto bien engrasado. Y es que Negrata de merda, en definitiva, tiene mimbres para que su recorrido vaya más allá del admirable proyecto El Cicló del Tantarantana.—