EL PAN HA MUERTO: CÓMEME EL DÓNUT

Afinales de septiembre, una noticia gastronómica de capital importancia pasó desapercibida en el océano de informaciones insustanciales que anega la red. Ante la posibilidad de que todos la espichemos con gran sufrimiento y dolor a causa de un cataclismo inminente, la buena gente de KFC ha decido aplicarnos una eutanasia rápida, limpia y sabrosona. Su inyección letal es un burger de pollo frito con mayonesa que, en lugar de pan, lleva dos majestuosos dónuts glaseados. ¿Real food? A los huevos tuyos.

El Coronel Sanders no ha inventado nada. En Estados Unidos es fácil encontrar hamburguesas de ternera o pollo frito con dónuts, pero su aparición en el universo KFC ha viralizado este monstruo de Chickenstein por todo el globo. Menuda epifanía existencialista; muchos hemos vislumbrado en este comistrajo tóxico una vía rápida y placentera de quitarnos de en medio antes de que Trump accione el botón rojo con el trasero y las ojivas nucleares nos achicharren. Si hay que palmarla, mejor que sea en una nube de grasa, sal, azúcar y colesterol.

Ahora que el planeta gastro lo flipa con los panes artesanos, el burger de pollo con dónuts de KFC es un acto punk, es Sid Vicious escupiendo en la cara a la masa madre del panecillo de tu hamburguesa gurmet. No entiendo a qué espera España a sumarse a este suicidio colectivo y desterrar el pan de su dieta. Un esmorzaret valenciano con un cantell de carne de potro con dónuts. Un tentempié madrileño, con una pulga de Donettes nevados y jamón ibérico. Un desayuno de cuchara catalán con dónut amb tomàquet y espetec. Un mendrugo de dónut para rebañar la salsa de la carrillera. Dónuts desmigados en el gazpacho. Y así hasta el infinito. —

HA APARECIDO EN EL UNIVERSO KFC UNA ‘BURGER’ QUE EN VEZ DE PAN LLEVA DOS DÓNUTS GLASEADOS