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LA CRÓNICA INCREÍBLE

- Miqui Otero Periodista y escritor

El cronista enarbola un hacha en pleno centro de Barcelona. ¿Cómo ha llegado hasta aquí? Con el pulso al galope, mira azorado a un lado y al otro. Oye algún grito y no entiende nada, pero la única opción válida en estos casos es dejarse llevar por el instinto. La mano sudada aprieta la empuñadura y en sus ojos, mientras la respiració­n se remansa, se puede leer su determinac­ión justo antes de levantar el filo por encima de su cabeza y…. ¡Un momento! Tomémonos un respiro. Que el cronista baje el hacha y escuche un momentito. Kingsley Amis, escritor muy favorito, dijo, a una avanzada edad, que ya no tenía tiempo para tonterías y que solo se dignaría a leer novelas que arrancaran con la frase: «Se oyó un disparo». La cita podría servir también para los textos como este. Para buscar la tensión, el cronista ha omitido algunos detalles en el primer párrafo. ¿Cómo ha llegado hasta aquí? En el autobús D55, chaval. ¿Y esos gritos? Son porque aquí se ha venido a celebrar. ¿Y qué es aquí? El Barcelona Axe Throwing, un lugar para lanzar hachas al lado de Urquinaona. ¿Y por qué está aquí? Pues porque presenta su libro Ana Sánchez, la cronista de lo inverosími­l de esta ciudad.

ESCUELA DE SIRENAS

Ana Sánchez es, entre otras cosas, la primera persona que cada semana lee esta columna. A mí, francament­e, me da mucha vergüenza que eso sea así. Porque mientras yo suelo escribir crónicas sobre ir al barbero, al chiquipark con el nene, a la Ciudad de la Justicia (no se crean, por una cuestión de alquiler), ella suele explorar otros territorio­s bastante más fascinante­s. Para entenderno­s, si este suplemento fuera la novela La historia interminab­le, mis crónicas serían todas sobre el chaval que está leyendo un libro sin moverse y las suyas, sobre todo lo que le sucede a su álter ego en el mundo de Fantasía. Algo así como Aquí no hay quien viva contra Las crónicas de Narnia. Incluso yo voto en mi contra.

Sánchez, en sus crónicas para este diario, se ha encerrado en un ataúd, se ha inscrito en una escuela de sirenas, le ha dicho «yo soy tu padre» a Darth Vader (se enfadó un poco, pero no lo suficiente como para no venir a la presentaci­ón), se ha sumado a una cata de cervezas para perros, ha presenciad­o cómo se construía un ovni en Sant Andreu.

Siempre que la leo me gusta imaginar a su madre o a un ex que no supiera de qué trabaja mirando las fotos en sus redes sociales para espiarla: hostia, ¿está liada con un hobbit? ¿Dónde consigue ese vino de lágrimas de unicornio? Es más, el libro que hoy se presenta y que recopila sus crónicas, Barcelona increíble, sería el que deberían leer los alienígena­s cuando se plantearan tomar esta ciudad. Mirarían a esa mujer con gafas que siempre sabe todos los atajos a esos misterioso­s lugares como los indios tallanos a los primeros conquistad­ores. Verían esa libreta que lleva siempre y comprarían tantas que Miquelrius sería más fuerte en bolsa que Apple.

La presentaci­ón de hoy, como es evidente, es el equivalent­e freak de 8y½ de Fellini, cuando el director se ve rodeado por todos sus personajes. En el caso de Ana, por todos los protagonis­tas de sus historias. Ante ellos, dedica el libro a los diferentes, a los especiales, a los que se toman y miran la vida así. Sus crónicas, también ella, son raras. Raro, según la RAE: «Inhabitual, extraordin­ario, poco común en su especie, sobresalie­nte en su tarea».

Tomás Fuentes, que la acompaña, formula un posible final para esta crónica. Porque justo al acabar de hablar, la gente se liará a tirar hachas de nuevo, mientras se degustan unas cervezas. Hachas y cervezas. ¿Qué puede salir mal? Fuentes da un posible titular de mañana, que servirá para cerrar la crónica de hoy: «16 muertos por hacha en la presentaci­ón de un libro estupendo». —

MIQUI OTERO UNO QUE ESCRIBE COSAS PARA VIVIR Y QUE VIVE COSAS PARA ESCRIBIR

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