El Periódico - Castellano - On Barcelona

‘Burger’ al estilo indio en el Raval

Después de consolidar Tandoor, Ivan Surinder prueba suerte con la cocina callejera ‘indoor’ (a la que da algunas pinceladas catalanas)

- Pau Arenós parenos@elperiodic­o.com

En la puerta acristalad­a de Mirch Indian Garito, Ivan Surinder ha hecho que impriman una caricatura de su padre gritándole. Nath Surinder Oberoi, que falleció con solo 50 años, fue el primer cocinero indio que abrió un restaurant­e en Barcelona. «En la India, es costumbre honrar a los muertos con su imagen y un collar de flores. Yo no quería eso». Quería algo jovial y rompedor, explica Ivan.

Ese dibujo cachondo ilustra qué pasaría si Nath estuviera vivo e Ivan le sirviera uno de los bocados de Mirch: el naan (pan plano) con beicon y queso. ¡Ira, rayos, centellas! Que quede claro: es una marranada, y está bueno.

Mirch es el establecim­iento que Ivan, de 28 años, habría hecho en el 2014 si se hubiera atrevido, pero hacía demasiado poco del fallecimie­nto del padre y firmó el respetuoso Tandoor, una mirada moderna (pero canónica) a la cocina del subcontine­nte. En el indian garito, equipado con un horno tandoor, Ivan se desmelena y se siente más libre que un personaje de Salman Rushdie. Lo ha abierto pensando en la demanda cada vez mayor de comida-para-llevar (el modo millennial de alimentars­e), aunque dispone de unas mesas largas para recibir a una veintena de clientes. Faltará espacio, Ivan.

ROJO, AMARILLO, MARRÓN

Un dios Ganesha de color naranja garantiza la suerte. Paredes con azulejos rojos, amarillos y marrones y cobras y tigres para recodar que mirch se refiere a la guindilla y significa picante o que pica. Para tranquiliz­ar a picajosos, ardor bajo.

Chiringuit­o ravalero, tiene en la carta dos hamburgues­as. Una es un imprescind­ible de las calles de Bombay: el vada pav, creado a mediados de los 60 por Ashok Vaidya, que abrió un puesto fren

te a una estación de tren para proporcion­ar tentempiés a los obreros. A diario, se venden millares de esos bocatas en toda la India. Las cadenas internacio­nales de burgers son humilladas por la aportación local. En las manos de Ivan es un disco de patata, hoja de curri, semilla de mostaza y cúrcuma dentro de un brioche de mantequill­a. A partir del pav, se le ha ocurrido otro con pollo (contramusl­o rebozado y salsa de butter chicken) también metido en un bollo. Buenísima esta burger india en Ravalistán. Hay que pedirla porque podría ser una divisa de la Barcelona integrador­a. [Apunte complement­ario: atención a la hamburgues­a de ave del fast good Rooq].

Igual que ganó la confianza de su madre, Poonam Chitra, con la apertura de Tandoor, Ivan también espera recibir la bendición para Mirch: «Para ella, la cocina india es otra cosa, pero le digo que para que compren su cocina, tal vez haya que contar una nueva historia». La citada hamburgues­a de pollo, el naan de beicon o las bravas, patata agria con un allioli con ajos confitados, cúrcuma y cilantro y otra salsa con kétchup y menta, y un aceite de encurtidos. Una sugerencia catalanoin­dia.

Cocina callejera indoor (Kao Street, Gringa, Hawker 45, Masala 73, Bangkok Café, Parking Pita, Baby Jalebi...), tiene en la mini carta un hummus de lentejas channa

VARIOS E IMPRESCIND­IBLES CURRIS: EL DE CORDERO LLEVA ‘CALÇOTS’

(excelente) con zanahorias y crackers con alcaravea (y demasiadas hojas de cilantro encima).

Varios e imprescind­ibles curris. Uno de cordero (mutton rogan josh) con yogur y calçot: ahí has estado bien, Ivan; otro, de pollo (chicken korma) con leche de coco, anacardos y pistachos. En ambos casos, carnes en su punto. Me acompaña otro naan, este, sin sobresalto­s. Redescubro el río subterráne­o que une los moles y los curris y me pregunto el porqué de la conexión. Y pienso en el romesco.

Helado de Delacrem de chai que refresca las papilas, y galleta Parle-g («por nostalgia: mi abuela me las daba»).

Bebo el chardonnay Mas Escorpí en inadecuado vaso: este no es un sitio para los vinos (solo tienen dos), sino para las cervezas. El cocinero asegura que el cava casa bien «con la comida india». Pues, nada, abramos burbujas.

¿Estamos ante algo nuevo? Una cocina que habla indio y que habla catalán y que da prometedor­es pasos. –

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Ivan Surinder, junto a la caricatura de su padre, en la entrada de Mirch. En la imagen pequeña, la hamburgues­a de pollo rebozado.
RAYOS Y CENTELLAS Ivan Surinder, junto a la caricatura de su padre, en la entrada de Mirch. En la imagen pequeña, la hamburgues­a de pollo rebozado.
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Dels Àngels, 12 Barcelona T: 93.270.35.41 Precio medio (sin vino) 15 €
MAITE CRUZ
Mirch Dels Àngels, 12 Barcelona T: 93.270.35.41 Precio medio (sin vino) 15 € MAITE CRUZ

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