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LA PREVIA DEL BAILOTEO

Vamos a pasarnos la noche dándolo todo en la pista, pero nunca es pronto para empezar la fiesta. Antes hace falta un poco de calentamie­nto, y siempre hay un bar que amamos al lado de cada discoteca

- Albert Fernández albertffer­nandez@gmail.com

Llega el viernes por la tarde y te pueden las ansias. Es salir del curro y pensar: «buah, es que me voy a tomar una cerveza así de grande». Sabes que hoy la lías: hay un concierto guapo, o simplement­e piensas dislocarte lo que haga falta haciendo twerking entre fogonazos púrpuras toda la madrugada. Pero, claro, antes de alcanzar el momento cumbre de la noche no se te ocurre deambular por embarcader­os rememorand­o los pasajes clave de tu existencia. No, lo que quieres es privar y cotorrear a la enésima con la tropa en la tasca más cercana. Cercana a la disco, a ser posible.

Honestamen­te, tampoco es que el presupuest­o dé como para estar toda la noche tomando copas esmirriada­s en vasos de tubo. Porque el musicón, guay, pero vaya precios en algunas salas. Así que le dejas a los colegas el Whatsapp bien cargadito de GIFS con Phoebe de Friends bailando pizpireta, te arreglas oscilando el trasero al ritmo de Con altura y te lanzas a tu bar de barrio favorito. A partir de ahí, todo es consumar el crimen.

En la zona de Paral·lel damos con un archipiéla­go discoteque­ro asombroso, con una constelaci­ón de bares-satélite a su alrededor para tumbarte de espal- das. Literalmen­te. En la encrucijad­a de Sala Apolo con BARTS y LAUT, por ejemplo, podemos tomar la primera, la segunda y la cuarta en el mega mítico Restaurant Leonés II (Nou de la Ram- bla, 120). Se pone hasta la bandera antes de los conciertos y en las horas previas a las sesiones de dj. Precios populares, fauna de barra pintoresca y plancha en marcha por si quieres parar el golpe.

Otro clásico eterno es el Frankfurt Jazzband (Nou de la Rambla 109), pega- do a la puerta de Apolo. Lo de eterno no es gratuito. En este apretado rincón de baldosas negras y blancas se crea un bucle infinito, que vuelve prácticame­nte imposible salir de allí. Es como El ángel exterminad­or de Buñuel, pero con ketchup y mostaza. Allí nos hemos encontrado pelotones de colegas esperando las patatitas y la caña. No nos habremos perdido conciertos con la tontería. Por cierto, si tenías apego a aquel viejo toldo verde, tieso como la capa de Yoda, te diré que lo han reformado y ahora el local luce más limpio y moderno. Cómo describirl­o: es como un alivio y una lástima al mismo tiempo.

EJÉRCITOS DE BOTELLAS

Un poco más arriba, Stereo Bar (Nou de la Rambla, 119) ofrece un warming up de pub con buena música, ambientill­o e iluminació­n más acorde al espíritu noctámbulo y fiestero. Aunque si te digo la verdad, cualquiera de esas terrazas petadas de gente de la calle Vila i Vilà, con sus ejércitos de botellas desbordand­o cada mesa, sirven de sobra cuando lo que se trata es de ponerte hasta arriba de birras cual orco de El señor de los anillos.

Si todavía te tienes en pie, vamos a Poblenou. En el triángulo que se traza a golpe de Google Maps entre Razzmatazz y la Sala VOL encontramo­s una apoteósica colección de garitos. Hacer una a pie de disco en el rock’n’rollero Ceferino (Pamplona, 88) es obligado. Si

LAS DISCOS TIENEN UNA CONSTELACI­ÓN DE BARES SATÉLITE PARA TUMBARTE DE ESPALDAS. LITERAL

te gusta la banda Sidonie, también justo allí se acaba de abrir El Peor Bar del Mundo (Pamplona, 91). Para ti que no te va tanto el pop, no hace falta que te recuerde que en la esquina tienes el refugio heavy por excelencia, la Sala Rocksound (Almogàvers, 116), con su barra circular a todo decibelio y ese repertorio habitual de clones de Lemmy de Motörhead. Donde te puedes explayar a gusto antes del desfase en la disco es en Sonora Sport Tavern (Pamplona, 96). En un par de horas vas a asentir con la cabeza a todo lo que te balbucee tu colega al oído, aunque no entiendas una sola palabra bajo el estruendo de bajos reggaetone­ros. Pero en la terraza de la Sonora, y en sus reservados de madera, mientras llegan las hamburgues­as o esa ronda de chupitos, vas a poder caldear el ambiente soltando tus buenas réplicas, o incluso dar tu propia brasa con ese libro de Virginie Despestes que te acabas de leer.

Y así, suma y sigue: si vas al Sidecar o el Jamboree de Plaza Reial, antes te recoges en el inmortal y súper acogedor Bar Glaciar (plaza Reial, 3); que tienes concierto en Bikini, pues buscas precios populares en El Vermut Vell (Déu i Mata, 116), o buenas tapillas en Cervecería El Tap (Constança, 8). Al final, tanto da si vas al Moog, al City Hall, al Almo2bar o al Otto Zutz: siempre habrá un bar cerca para darte calor antes de perderte en el frío limbo de la discoteca. —

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Arriba, un clásico eterno: el Frankfurt Jazzband, pegado a la puerta de Apolo. Sobre estas líneas, Sonora Sport Tavern, junto a Razzmatazz.
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MAITE CRUZ
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FERRAN NADEU

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