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Itziar MIRANDA « `Amar es para siempre' es para mí un regalo de la vida»
Ha crecido personal y profesionalmente como Manolita, porque desde 2005 Itziar Miranda (Zaragoza, 1978) se mete en la piel de esta mujer, cuando la serie se titulaba Amar en tiempos revueltos y la emitía TVE y desde que en 2013 lo hace Antena 3 como Amar para siempre, lo que ha convertido a esta producción de Diagonal TV en la más longeva de la historia de la tele por sus 17 años ininterrumpidos de emisión. Su personaje y el de Marcelino (Manu Baqueiro) conforman una de las parejas más icónicas de nuestra ficción y ella no puede más que repetir lo afortunada que se siente. Además, como es escritora, tiene una colección de libros sobre mujeres pioneras y otra sobre desarrollo sostenible. Afortunada es poco.
No todo el mundo puede presumir de forma parte de la serie más longeva de la historia de la tele. ¿Se siente una privilegiada?
– – Sin duda. Somos unos afortunados por muchas razones. Porque estamos en una serie de éxito con un público muy fiel y que abarca todas las edades. Porque se podría pensar que solo lo ve gente mayor y no, la ve gente de 40 años y gente joven y chavales con sus abuelos. Además, tenemos la fortuna de poder trabajar con toda la profesión que pasa por aquí. Somos triple afortunados.
Y en una profesión tan intermitente son casi como funcionarios.
– – Esa intermitencia no la tenemos, y eso es muy difícil de conseguir. Con lo que es un regalo de la vida. Y de los guionistas, que siguen pensando tramas para nosotros.
Manolita, Marcelino (Manu Baqueiro) y Pelayo (José Antonio Sayagués) son el nexo de unión entre la serie de TVE y la de Antena 3.
– – Lo son. Y luego está el barrio, el bar es el sitio de confianza. Como esa panadería que se entera de todo, si necesitas un piso o trabajo. Esa función la cumplimos los asturianos.
Ha crecido en la serie como persona y actriz. ¿Cómo ha sido el viaje?
– –Un viaje inesperado. Porque yo acababa de hacer un casting para una película con la productora y, como quedé finalista, me hicieron este regalito: un papel pequeñito para una serie que duraría poco. Y quién nos diría que 18 años después estaríamos ahí. Mientras, he tenido a mis dos hijas. Me puse de parto aquí con la primera.
¿Grabando la serie?
–
– Sí. Y con Julia pedí adelantar unas secuencias porque cumplía. Tuvieron que embarazar al personaje, por mi estado. Y llevé los bebés al plató a hacer la lactancia y las dos salieron haciendo de mis hijas. Fue un regalo. Y hemos ido al Festival de Cannes con Manu, ganamos premios de habla hispana en Nueva York y hemos ido a los mejores festivales. Hemos vivido cosas muy emocionantes.
«Se puede pensar que solo la ve gente mayor, y no, la ven gente de 40 y chavales con sus abuelos»
Tras tantos años, habrá mucha complicidad con Manu Baqueiro.
– – Somos como hermanos. No necesitamos hablarnos. Yo llevo más años trabajando con é que con mi marido (el actor Nacho Rubio), con lo que puedo saber lo que le pasa solo con mirarnos. Hay muchas complicidad. También con Pelayo.
«La gente me para por la calle, pero es superamable. Como si fuera la sobrina o la prima de España»
Y no se aburren, porque cada año pasan por ahí muchos actores.
– – Nos encanta imaginar quién vendrá cada año. Podemos trabajar con amigos que hace tiempo que no vemos, gente a la que admiramos muchísimo y jóvenes que nos ponen las pilas y hacen que no nos relajemos.
Hábleme de Manolita.
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– Cuando yo la agarré, hacía un homenaje a mi abuela, porque me recuerda a esas madres y abuelas de la posguerra que hicieron tanto por mantener a la familia unida pese a las miserias. Y, luego, es una mujer pionera, porque, aparte de en El Asturiano, ha trabajado en la redacción de un periódico, ha sido modelo, actriz... Es una mujer que quiere ser un ejemplo en la sociedad patriarcal de esa época y lucha para que las mujeres puedan trabajar y sacar dinero del banco sin la necesidad del permiso de su marido. Una mujer capaz de hacer un discurso feminista en la plaza del pueblo pese a que sabe que la mandarán a la cárcel.
Una mujer empoderada que le ha inspirado para crear la colección Mirada (Edelvives) sobre pioneras.
– –Sí. Pero la cosa literaria la tenía desde hace años, porque soy escritora y vengo de una familia de escritores. Pero conocer a esas mujeres que estaban en la Residencia de Señoritas de Madrid en 1915 hizo que escribiera sobre ellas, porque aún no se sabe muy bien lo que hicieron.
Tal es su pasión que se levanta a las cuatro de la mañana para escribir antes de ir a grabar a las seis.
– – Ha sido una rueda que no he podido parar. Porque la colección ha tenido mucho más éxito del que esperábamos. Se ha traducido a cinco idiomas y se ha implantado en los colegios. Y hay una gran demanda. También la colección Miranda y Tato, que hago con mi hermano y mi marido, sobre los objetivos de desarrollo sostenible de la Agenda 2030 de la ONU. Y cuando te va muy bien algo, es un no parar.
Como madre de dos hijas, sentirá que deja algo para su futuro.
– – Ese era el objetivo inicial. Pero ha tenido tanto éxito que nos han salido un montón de hijos por España. Y por países como México y Argentina.
– Amar...
también saca temas comprometidos. Como la historia de unas lesbianas, que ha originado el fenómeno mundial ¿Cree que eso es parte del éxito?
#Luimelia. – Si duda. Hay un compromiso con la sociedad. No solo contamos la historia como fue, sino que hay unos tramas con las que la gente se siente identificada. Un montón de chicas nos decían: «Gracias a esta trama le pude decir a mi madre que me gustan las chicas». Porque, claro, Manolita es muy importante en su vida. Si Manolita lo entiende (Luisita es su hija), ¿cómo no lo iba entender ella? Nos han pasado cosas increíbles.
Y le pararán por la calle.
–
– Constantemente. Pero el público de Amar... es superamable. Es como si fuera la sobrina o la prima de España.