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Manu BAQUEIRO

«A veces me descubro diciendo una expresión a lo Marcelino»

- INÉS ÁLVAREZ – ¿Que le dicen por la calle?

Manu Baqueiro (Madrid, 1978) decidió que había nacido para actor cuando fue a ver a su hermano, el también actor Alfonso Bassave, a sus clases de interpreta­ción. Y abandonó la abogacía. Entonces no podía ni imaginar que, además de dejarse llevar por su pasión, estaba comenzando una carrera llena de estabilida­d, algo que suena a oxímoron. Y es que lleva 17 años en la piel de Marcelino en Amar es para siempre. En ese tiempo él le ha dado mucho al dueño de El Asturiano y de su personaje ha tomado el gusto por la hostelería: es propietari­o de un restaurant­e y de una taberna, que además de negocios, son una oportunida­d más para celebrar la vida rodeado de amigos. Ahora le esperar Masterchef celebrity.

– Si cuando dejó la abogacía, su familia, que son juristas, le dijo que siendo actor perdería la estabilida­d económica, se equivocaba.

– Sí, cuando uno deja una carrera como la de abogado para ser actor, no piensa que va a encontrar la estabilida­d. Yo no la busco, pero la abrazo encantado. Y disfruto, porque me sigue gustando hacer la serie, además de teatro y otra cosas. Ganarse la vida así es un privilegio.

– ¿Qué tiene de Marcelino y él de usted? ¿O separa actor y personaje? – Yo intento separarlo, pero siempre pones algo tuyo en los personajes, aunque sea uno muy alejado de ti. Siempre hay algo de uno. Y Marcelino tiene mucho de mí, y yo de él. Y cuando estás metido en un personaje, parte de la manera de hablar se te queda. Yo, a veces, me descubro por la calle diciendo alguna expresión a lo Marcelino, o a lo Pelayo, mi padre en la ficción. Es normal. Es mucho tiempo y esas cosas pasan.

Es la serie más longeva. Más que Cuéntame, porque es diaria. ¿Cuál cree que es la razón de su éxito?

– –Creo que hay gente que ve una época que le gusta recuperar. Y se ha encontrado una fórmula muy buena, que es que no se oxida mucho, porque se renuevan mucho las tramas y los personajes. Solo quedamos José Antonio (Sayagués), Itziar (Miranda) y yo como hilo conductor. Es como cambiarte de colegio cada año. Esa fórmula de mezclar a personajes que la gente ya conoce con nuevas historias permite que la serie se mantenga fresca. Es una fórmula muy inteligent­e. No hay serie con más capítulos en la tele española, entre los de TVE y A-3.

E introduce temas valientes. Como el de #Luimelia.

– – El tema de lesbianism­o en esa época era extraño. Era impactante verlo, pero funcionó muy bien. Y de ahí surgió #Luimelia, que ha sido un exitazo... Yo participé en la serie y fue una experienci­a muy divertida.

Paula Usero y Carol Rovira son unas grandes actrices y ya son como de la familia. Hemos tenido mucha suerte con los hijos y las hijas que nos han tocado. El elenco de la familia de El Asturiano es de un gran talento.

«En `Amar es para siempre' se ha encontrado una fórmula muy buena: renovar los personajes»

Como en Hospital Central, han pasado tantos actores por ahí...

– – Muchos. Incluso mi hermano, Alfonso Bassave.

Eso le haría una ilusión especial.

– Es cierto que no tuvimos casi secuencias juntos, pero hemos compartido muchos momentos.

«Como haces una serie diaria y entras en sus casas todos los días, te dicen: `Es que eres como de la familia'»

En esas fiestazas que celebran cada final de temporada en la plaza del pueblo sí que coincidirí­an.

– Esas fiestas son conocidas por todo el sector. No se las quiere perder nadie. Muchos dicen: «A ver si me cogen en la serie para ir a esas fiestas».

Con Itziar Miranda (Manolita) forman una pareja icónica. Ya es como de la familia, ¿cierto?

– Itziar es como una hermana. Hemos vividos muchas aventuras juntaos y hemos crecido ahí. La he visto crear una familia, en la ficción y en la realidad, y tenemos muy buena sintonía. Si no hubiera buen rollo, trabajar codo con codo durante 17 años en una serie diaria sería un infierno. Además, como nos dejan improvisar – también a Pelayo–, al haber complicida­d salen cosas.

– La gente es muy cariñosa. Como haces una serie diaria y entras en sus casas todos los días, te dicen «Es que eres como de la familia».

Esta serie acompaña a muchos ancianos solos. ¿Se podría decir que hacen una labor social?

– – Sí. Muchos me dicen: «A mi madre, entre las cuatro y las cinco y media, no la puedo llamar. Me dice que está con Amar es para siempre».

¿La gente se confunde y llama a su hermano por la calle Marcelino?

– – No. A Alfonso le va muy bien. Tiene su carrera. Ahora graba una serie en México y estrenará Fuerza de paz en TVE. Está lanzado y soy feliz. Nunca hemos tenido una relación de competitiv­idad, sino de compañeris­mo.

Él es el menor. ¿Siguió sus pasos en el mundo de la interpreta­ción?

– – No, ¡qué va! Empezó él antes. Es más joven, pero lo tenía más claro. Yo fui a verlo a las clases de Cristina Rota, y eso me acabó de convencer.

Aunque los abogados son también un poco actores.

– – Sí, es verdad (ríe).

Como Marcelino, usted se dedica al mundo de la hostelería.

– – Sí, he montado el restaurant­e Decadente con otro actor, Carles Francino, en Madrid. Es un lugar para reunirnos y pasarlo bien. Ahí sí que hay fiestas de Amar... Y tengo una taberna, La tía Feli, con otro actor, Aaron Guerrero. Estoy feliz con esos proyectos. Con la pandemia lo pasamos mal, pero estamos remontando.

Y ahora, Masterchef Celebrity.

– ¡A por todas!

¿Es cocinillas o le van los retos?

– Ambas cosas. Me gusta cocinar, me lo paso bien, aunque soy un cocinillas con un nivel básico. Hago arroces, pescados, carnes... Me gusta cocinar para los amigos, porque para mí es un lugar de reunión. Pero tengo mil cosas por aprender y me he presentado como un desafío.

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BAR Y TABERNA. El actor, como su personaje,regenta locales de restauraci­ón.

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