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Ricardo GÓMEZ Elisabet CASANOVAS

«La serie ni romantiza lo que fue la Ruta del Bakalao ni la juzga»

- INÉS ÁLVAREZ

ARicardo Gómez (Collado Villalba, Madrid, 1994) lo hemos visto crecer, como actor y en su paso de niño a joven, en la serie de TVE Cuéntame..., donde daba vida a Carlitos. A Elisabet Casanovas la descubrimo­s en la ficción de TV-3 Merlí ,y luego en Drama, Benvinguts a la familia y espléndida en la obra de teatro Kassandra. Ahora son una pareja de ruteros en la serie La Ruta, de Atresplaye­r Premium. Durante su rodaje, han creado un vínculo con el equipo que sigue vivo. Y que alimenta un multitudin­ario grupo de Whatsapp.

Ricardo, Àlex Monner y usted soñaron hace años con hacer una serie sobre la Ruta del Bakalao. ¿Cumple esta sus expectativ­as?

– – Ricardo Gómez (R. G.): Sí, lo hablamos cuando rodábamos Vivir sin permiso: «Hace falta una serie de La Ruta». Y cuatro años después, nos enteramos de que Caballo Films ponía en marcha el proyecto, nos volvimos locos y dijimos: «Tenemos que estar ahí. O ojalá que nos vean». Y nos hacen el casting a los dos. ¡Y nos cogen a ambos! Llevábamos años anhelando y deseando esto. Con lo que vivimos a tope hasta la escena más sencilla para intentar no dar nada por sentado. Porque muchas veces te esfuerzas mucho hasta lograr algo y una vez conseguido dices: ya está. Pero todos hicimos un esfuerzo muy grande por vivir cada secuencia e instante de esta serie. – Elisabet Casanovas (E. C.): Por otro lado, al ser una historia que va hacia atrás, ha dado mucho oxígeno que, aparte de estar muy bien escrita, hubiera tres directores. Eso nos ha dado cierta libertad para ovidar qué les ha pasado antes a los personajes. Hay un trabajo diario y activo.

A la hora de construir el personaje, buscaron el testimonio de algún familiar que lo vivió?

– – R. G.: Sí, sí. En el caso de mi familia no, porque no lo conocían mucho, pero sí con gente cercana que lo ha vivido, que hacía escapadas exprés de un fin de semana a València , porque no vivían allí (algo que también se cuenta en la serie). En el segundo capítulo, por ejemplo, hay un acercamien­to de la gente de Asturias. Se cuenta cómo la ruta se vivía como un lugar al que acudía gente de todo el país. De gente que viajaba porque quería disfrutar de todo lo que se estaba viviendo en ese momento Y no solamente a nivel nacional. Los vínculos que hay también con Manchester, sobre todo en los orígenes de la Ruta, y con otras partes de Europa fueron muy fuertes.

– E. C.: También es cierto que al estar rodando y viviendo en València era muy fácil acceder. Porque todo el mundo conocía La Ruta y estaba vinculado a ella de alguna manera.

– R. G.: Es que te montabas en un taxi contratado por la productora para ir a rodar y el taxista leía lo de La Ruta y decía: «No estaréis rodando algo sobre la ruta. Pues si te cuento…». Y lo mismo comprando el pan, en un restaurant­e… Todo el mundo tiene su Ruta. Y cuando se estrene, habrá gente que se sentirá identifica­da, y gente que habrá vivido algo opuesto y que no tendrá que ver con su experienci­a. Pero la serie intenta abarcar muchas caras del fenómeno.

– E. C.: Nos encontramo­s con gente que decía: «Lo que daría por volver a vivir eso» y otra que lo rechazaba;: «De La Ruta ni me habléis», decían.

¿Han hecho un trabajo a nivel corporal dependiend­o de la droga que consumen sus personajes?

– E. C.: Ese proceso sale de una forma bastante espontánea. Porque el colocón coincide con discotecas. Y la música te acompaña.

– R. G.: Hemos trabajando las diferentes drogas, porque una de las muchas cosas que cuenta la serie es su evolución .... El primer capítulo es de 1993, cuando la cocaína está superinsta­lada y la música que se pincha tiene mucho que ver su consumo. Los pinchadisc­os tenían en cuenta a la hora de elaborar los temas la droga que se consumía... Porque los bits en la cabeza son distintos. Según vayamos avanzando en la serie, la Ruta tiene como gran droga la mescalina. Sus efectos eran más grupales, más de disfrute. Y, por lo tanto, la música tenía mucho que ver con eso. A nivel interpreta­tivo, no es lo mismo estar drogado de algo que te hace estar con los demás que de una sustancia que te taladra contigo mismo. En este caso sí que había un trabajo más específico.

También era muy distinta la forma de bailar a la actual.

– – R. G.: En cuanto a los estilos de bai

GÓMEZ «En València todo el mundo tiene su Ruta. Y habrá gente que se sentirá identifica­da y otra que no»

CASANOVAS «Que no haya móviles a nivel narrativo es guay, pues no se resuelven las cosas con un wasap»

le, todo evoluciona. Hemos contado con un coreógrafo de la época y, dependiend­o del año que estuviéram­os representa­ndo, la tendencia de baile era una u otra. Ahora vivimos en la época de la cadera, del reguetón. Pero en la serie la teníamos prohibida. Era una cosa más martillera, de arriba abajo. Hay un estudio en ese ámbito también.

– E. C. : Y, sobre todo, gozar del bailar. Porque hacer una serie donde no hay móviles a nivel narrativo es muy guay, ya que no se pueden resolver las cosas enviando un wasap ni te puedes entretener con el móvil cuando estás de fiesta. Entonces el sentido es doble, estar en una discoteca bailando con tus amigos y simplement­e bailando. Me parece también interesant­e de la serie el hecho de que eso nos ha permitido ir al fondo en el cómo estamos saliendo de fiesta. Lo que les pasa a los personajes de la serie es que a veces lo hacen por escapar del dolor.

– R. G.: Igual que en la vida. No es lo mismo salir de fiesta un día que quieres disfrutar, que cuando estás tristísimo o que te quieres separar. Y todo eso se plasma en la serie.

El rodaje creó expectació­n. ¿Les hace ilusión complacer a ese sector que vivó la Ruta intensamen­te?

– – E. C.: Sí. Yo creo que ese era uno de los retos más fuertes. A mí me daba respeto contar algo tan absolutame­nte local, que nace en un lugar. Yo no soy valenciana ni de esa gente que lo ha vivido tanto, pero al ser Borja valenciano y los creadores, estar ahí picando piedra e investigan­do, se ha tratado con un cariño, un respeto y una dedicación brutal.

En una escena aparece Sento encima de un elefante para promociona­r su disco. ¿Cómo fue rodarla?

– –R. G.: Ese día fue como mi cumpleaños. Era una elefanta que se llamaba Baby, monísima, con la que trabajamos el menor tiempo posible para no molestarla mucho. A mi personaje le gusta ir a lo grande y de vez en cuando lo demuestra.

Tras vivir un rodaje como unas colonias juveniles, ¿cómo fue el día después de que se acabara?

– – R. G.: Yo lo corté por completo y me fui de viaje a México. No quería encerrarme en mi casa y sufrir. Y es que el equipo técnico es espectacul­ar. Se ha involucrad­o como no había visto nunca en los 22 años que llevo dedicándom­e a esto. Desde el director y los actores hasta el último auxiliar de producción querían contar la Ruta del Bakalao de la mejor forma posible. Ha habido mucha implicació­n. Y se ha creado una piña. La prueba está en que tenemos un chat... ¡de 120 personas!

¿Creen que se desprende algún mensaje moral de la serie?

– E. C.: No. Porque solo intenta contar la historia de cinco personas, en un contexto muy bien explicado, que avanzan y hacen lo que pueden.

– R. G.: No intenta ser moralista en ningún momento. Ni romantiza lo que fue la Ruta del bakalao ni lo juzga. Tras muchos años de documentac­ión, ficciona una realidad que se vivió alguna vez. Los personajes no son reales. Están inspirados en mucha gente, pero no contamos la vida de nadie, sino la de mucha gente. Y luego entendemos que el espectador de 2022 es inteligent­e y con capacidad de juzgar, de tener sus opiniones y tomar sus propias decisiones.

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LA PAREJA. Los personajes de Ricardo Gómez y Elisabet Casanovas viven su relación de disco en disco.

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