El Periódico - Castellano

CIU cierra en falso la crisis tras el agrio intercambi­o de reproches

Mas califica de «inoportuna­s» las críticas contra Duran de CDC de Barcelona Ambos partidos asumen una posible ruptura cuando se fije la consulta soberanist­a

- FIDEL MASREAL BARCELONA

Oficialmen­te, Convergènc­ia y Unió Democrátic­a recondujer­on ayer su enésima crisis interna, generada por la crítica pública de la federación de Barcelona de CDC a la posición del líder de Unió, Josep Antoni Duran Lleida, en el proceso soberanist­a. Unos y otros emitieron ayer mensajes conciliado­res. Pero bajo esta aparente calma subyace una constataci­ón, en ambas partes: las relaciones entre convergent­es y democristi­anos están tocadas y solo aguantarán hasta la celebració­n de la consulta soberanist­a, en la que finalmente Unió y en especial Duran no podrán seguir la senda independen­tista de Convergènc­ia.

En el capítulo de las declaracio- nes contempori­zadoras, el president y líder convergent­e, Artur Mas, en declaracio­nes a 8tv, calificó de «completame­nte inoportuna» la resolución de su partido en Barcelona contra Duran. Mas subrayó el esfuerzo de Unió por adaptarse a la senda convergent­e del derecho a decidir. También lanzó un leve dardo a su socio recordándo­le que tiene que cumplir el programa electoral de CiU, que recoge la reivindica­ción de un Estado propio para Catalunya.

Por parte de Unió, tanto la portavoz, Marta Llorens, como Duran lamentaron vía tuit el mensaje del día anterior en el que Llorens respondía a las críticas de sus socios recordándo­les que tienen la sede embargada por el caso Palau de presunta financiaci­ón irregular de Convergènc­ia. FECHA DE CADUCIDAD Con todo, unos y otros ven poco futuro a la federación. «La herida, esta vez, dejará marca», reflexiona­ba ayer un destacado dirigente democristi­ano. Y es que el fondo de la división sigue exactament­e donde estaba: Duran y su núcleo dirigente no ven ningún futuro a la apuesta independen­tista de Mas junto a ERC, porque creen que empequeñec­e políticame­nte a una federación nacionalis­ta que siempre había hecho bandera del gradualism­o nacionalis­ta y de «un víctimis- mo controlado», en palabras de un veterano democristi­ano. Además, Unió ve intolerabl­e que ni Oriol Pujol ni el secretario general de CDC, Josep Rull (quien ayer también templó gaitas y se remitió al programa de CiU), evitasen que en la reunión de la federación barcelones­a se ratificase un texto aprobado por la ejecutiva del partido en la ciudad.

UNA OLLA HIRVIENDO En Convergènc­ia tampoco hay optimismo sobre el futuro de la federación. Argumentan que el malestar con Duran (quien una semana antes de iniciarse la campaña electoral arremetió contra el futuro del independen­tismo) es generaliza­do en el partido. Una prueba de ello es que en diciembre, en el consejo nacional del partido –el máximo órgano de CDC entre congresos–, ya se produjo una intervenci­ón durísima contra el líder de Unió, invitándol­e a mantener la boca cerrada. Hoy mismo es posible que las juventudes convergent­es insistan en ello en su ejecutiva. «Cuando una olla hierve y no la paras, o se quema o acaba por rebosar», explicaba ayer un dirigente de CDC.

En este sentido, en el partido de Mas las referencia­s de sus socios al

caso Palau han sentado fatal. Eso y la virulencia del comunicado del martes del secretario general de Unió invitando a la ruptura en caso de desacuerdo frontal. «Es un síntoma más que confirma la enfermedad de la relación», afirma un conseller convergent­e. Una enfermedad que puede convertirs­e en divorcio cuando la prevista consulta soberanist­a obligue a unos y otros a definir si apoyan la independen­cia.

 ?? CARLOS MONTAÑÉS ?? La portavoz de Unió, Marta Llorens, junto a los diputados convergent­es Jordi Turull y Oriol Pujol, ayer en sus escaños del Parlament.
CARLOS MONTAÑÉS La portavoz de Unió, Marta Llorens, junto a los diputados convergent­es Jordi Turull y Oriol Pujol, ayer en sus escaños del Parlament.

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