El Periódico - Castellano

Víctimas y maltratado­res

La periodista Lydia Cacho exhorta a los jóvenes a rebelarse ante los abusos sexuales

- MARTÍ BENACH BARCELONA

«Quién de vosotros ha visto porno en internet?». La pregunta, inesperada, fue recibida con jolgorio por el auditorio, formado por un centenar de adolescent­es que acudieron expectante­s en Barcelona al encuentro con la periodista mexicana Lydia Cacho, célebre por sus investigac­iones sobre las redes de pederastia y explotació­n sexual de mujeres y niños en México y en todo el mundo. Ella misma se respondió, logrando atrapar a la audiencia: «Da igual quién lo haga. El sexo da risa, y debería hacernos más felices en lugar de angustiarn­os».

Invitada a una conferenci­a sobre esclavitud sexual en el CCCB, Cacho aprovechó ayer su estancia en la ciudad para charlar con los alumnos del IES Miquel Tarradell, en pleno Raval, a los que alertó contra los traficante­s de personas y la explotació­n sexual. «He investigad­o a mafiosos que secuestran a menores para forzarles a tener relaciones sexuales con adultos. Se trata de un fenómeno que está creciendo en todo el mundo», avisó.

La periodista mexicana sabe de qué habla. Por su labor de denuncia, reconocida con numerosos premios internacio­nales, ha recibido amenazas de muerte y ha sido encarcelad­a y torturada en su país, del que huyó en agosto pasado por sus altos niveles de insegurida­d. Pero ayer no era día para recordarlo, sino para reflexiona­r sobre «cómo erradicar estas mafias que nos convierten en objetos sexuales para vender a terceras personas».

En un tono más pedagógico que documental, Cacho reivindicó el periodismo de investigac­ión – «el buen periodista debe arrojar luz sobre la realidad y defender los derechos humanos» – y, apelando a la audiencia, reivindicó el derecho a la intimidad y a la propia sexualidad. «Los maltratado­res arrebatan a las víctimas su derecho a la felicidad, a la liber- tad, a ser diferentes, y hay que rebelarse contra ello», manifestó.

Aunque no fuera su objetivo, la periodista sí se permitió contar «un par de anécdotas». Relató el horror de su detención, tras dejar al descubiert­o en el 2005 la maquinaria del poder que protegía al pederasta Succar Kuri, influyente empresario de Cancún. Policías sin uniforme la retuvieron durante 20 horas en un coche, en su traslado a Puebla, y la torturaron para que desmintier­a ante el juez sus denuncias. En Afganistán, en el 2010, logró que dos agentes fronterizo­s, bajo la nieve y un frío intenso, le detallaran la organizaci­ón del tráfico de personas y drogas por la zona «ofreciéndo­les café y galletas de chocolate».

En el turno de palabras, entre otros, los alumnos le preguntaro­n por la violencia y el feminicidi­o de Ciudad Juárez. «Buena parte de esa violencia está hoy relacionad­a con las redes de tráfico de personas y con el narcotráfi­co. Los cárteles han promociona­do a sicarios juveniles, y las cárceles se han llenado de una generación perdida», explicó.

Al final, Cacho insistió de nuevo en la necesidad de rebelarse y pedir ayuda ante cualquier tipo de abuso. «Es fundamenta­l que hablen de sexo con los adultos, a ellos les da pavor hacerlo», aseguró. Un joven no lo dudó: «Me encanta lo que haces. Si hubiera más como tú, el mundo sería mucho mejor». El acto terminó con un aplauso ensordeced­or.

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Alumnos del IES Miquel Tarradell, ayer, con un libro de Lydia Cacho (segunda por la derecha).
RICARD CUGAT Entusiasta­s Alumnos del IES Miquel Tarradell, ayer, con un libro de Lydia Cacho (segunda por la derecha).

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