Comercio
Todos los datos sobre el congreso de móviles (aunque la palabra inglesa mobile también permite hablar de movilidad en sentido más amplio) parecen aludir a una cierta reaparición de tiempos pasados, cuando la Fira ocupaba el eje económico del orgullo ciudadano, lugar que hoy ocupa el turismo, sin tanta unanimidad de adhesiones. El certamen, que será también atracción de cualquier vindicación oportunista, t iene una cuenta atrás hasta la renovación del contrato –la organización es privada, no se olvide– en el 2018. ¿Y después? Sería bueno plantearlo.
Puestos a buscar referencias que aporten luz, podría releerse el espléndido Atles de la Industrialització de Catalunya ( Nadal-Benaul-Sudrià) y algunos sucesos del siglo XVIII, clave para la consolidación de la incipiente industria catalana. Una, que la red viaria no era la ideal para el comercio interior (lección actual: la red de telefonía no es la adecuada para exhibir músculo en telecos). Y dos, que la Junta de Comerç (creada en 1760) fue la institución clave para dotar al país de suficiente capital humano capaz de adaptarse a las novedades científicas y tecnológicas. Curiosamente, la primera escuela fue la de Náutica (1770), formar pilotos para dirigir la flota. Hay tiempo hasta el 2018 para conseguirlo.