¡Que vuelva Pepe Carvalho!
Tras el inesperado éxito de Con el agua al cuello, Petros Márkaris ha publicado Liquidación final (Tusquets Editores), segunda novela policiaca de una trilogía que el autor enmarca en la crisis griega. Otra vez el comisario Kostas Jaritos debe enfrentarse a un asesino en serie que pone en jaque al Gobierno de Atenas. Y otra vez el drama de un país desmoralizado, hundido en la recesión, sobrecogido por las noticias de suicidios de gentes desesperadas, víctima de la corrupción política, se convierte en la parte esencial de la intriga. Lo que sorprende en esta entrega es, sin embargo, la crudeza con la que Márkaris presenta la descomposición del Estado democrático griego y la creciente desafección de unas clases medias que se han derrumbado y carecen de ilusiones.
Que el criminal, un autodenominado Recaudador Nacional, acabe convertido en un héroe para muchos manifestantes de la plaza Sintagma dado que sus víctimas son defraudadores fiscales y enchufados de la Administración es toda una metáfora de la situación de aquel desdichado país. «El Estado griego es la única mafia que ha ido a la quiebra. Todas las demás funcionan y prosperan», dice uno de los personajes de la obra. Una aseveración que no necesita comentarios.
El mensaje de Márkaris
La novela negra, tanto la norteamericana como la europea, ha sido tradicionalmente un territorio de feroz crítica política. En el caso de Márka
ris, el mensaje es evidente: si el Estado no se regenera e impone una verdadera justicia social, pueden sur- gir grupos que traten de tomarse la justicia por su mano recurriendo a la violencia.
Pensemos ahora en Es paña. Si, como en Grecia, cunde la sensación de que los partidos son incapaces de frenar la corrupción y, además, impulsan leyes para ayudar a sus amigos con total impunidad (amnistía fiscal, indultos, privatizaciones), no nos extrañemos luego cuando aparezcan fenómenos populistas o delincuentes con una retórica de Robin Hood. ¡Qué grandes relatos hubiera construido Vázquez Montalbán en estos tiempos enfangados! ¿Se imaginan a un Pepe Carvalho husmeando en los sobres de Bárcenas?