Los partidos del siglo XXI
En nuestro país, se ha puesto de manifiesto, además de la crisis económica, una segunda crisis institucional donde la judicatura depende del poder ejecutivo y donde, además, hay algún presidente de comunidad con vocación soberana. Los políticos lo controlan todo según sus intereses de clase; los comités ejecutivos han suplantado la representación parlamentaria. Es la partitocracia, la apropiación de la voluntad ciudadana por los aparatos partidistas. Esa omnipotencia está en cuestión de manera seria; el ciudadano está perplejo ante la perversión política e indignado por los casos de corrupción. Para un demócrata no hay alternativa, es necesaria más participación, más democracia. El vehículo utilizado hasta este momento son los partidos políticos del siglo XX, partidos tribales atenazados por la ideología, ensimismados en sus necesidades e incapaces de adaptarse a una sociedad más formada, más madura y más exigente. Los partidos del siglo XXI deben responder a las necesidades de los ciudadanos de una forma abierta e inclusiva, fomentar la cultura de la libertad y la igualdad para que nadie se quede al margen mediante un ejercicio de gobierno transparente y participativo. Los partidos nacidos en el siglo XX están condenados a desaparecer por no haber impedido el secuestro de la política por la economía con la consiguiente opresión a las clases medias y a los más desprotegidos y, no menos grave, por no poner coto a la corrupción que nos está llevando a un peligroso descrédito del sistema democrático.