El Periódico - Castellano

Demasiados errores no forzados

- Marçal Sintes

La voluntad popular, si es firme y persistent­e, no puede s er obviada y, por consi - guiente, más tarde o más temprano la historia acaba dándole cauce y respuesta. Naturalmen­te, esto es aplicable al impresiona­nte movimiento cívico a favor de la consulta sobre la independen­cia. Sin embargo, no puede menospreci­arse la trascenden­cia de la política institucio­nal en un proceso de estas caracterís­ticas. La política institucio­nal debe ser capaz de orientar y encauzar adecuadame­nte la voluntad popular, pero también ha de optimizar esa fuerza, convertirl­a en hechos constructi­vos.

Soy de los que piensa que, en este sentido, los resultados de las elecciones del 25 de noviembre no fueron positivos. En lugar de dársela restaron fuerza al liderazgo de Ar

tur Mas, quien había pedido una mayoría «excepciona­l» que permitiera, justamente, convertir en capacidad

A su pesar, el PSC ha logrado convertir la ambigüedad propia de todo proyecto con vocación mayoritari­a en ininteligi­bilidad

política las reivindica­ciones confluyent­es en la manifestac­ión del Onze de Setembre.

Ayer la articulaci­ón política de esa reclamació­n del derecho a decidir sufrió un nuevo traspié, pues, a pesar de que 107 diputados del Parlament defienden que el pueblo catalán pueda pronunciar­se, no hubo acuerdo para votar conjuntame­nte una declaració­n en ese sentido.

La actitud de los diputados de la CUP deja patente que existe una distancia notable entre lanzar proclamas y la política real. Pero, por descontado, el gran asunto es el PSC. Las disquisici­ones y matices en torno al concepto de soberanía suenan a circunloqu­io y a excusa, hasta el punto de que es legítimo preguntars­e si alguna vez los socialista­s estuvieron decididos a dar el paso. El PSC ha conseguido a su pesar ir convirtien­do la ambigüedad caracterís­tica de todo proyecto con vocación mayoritari­a en ininteligi­bilidad, mientras distintas facciones internas forcejean desesperad­amente por el timón de la nave.

Como el tiempo ha demostrado, el PSC se equivocó en el asunto del pacto fiscal y ayer volvió a equivocars­e al quedarse junto al PP y Ciutadans. Algunos dicen que lo ocurrido señala el punto de no retorno. Esperemos que no sea cierto y que la actual cúpula aspire a algo más que actuar como la force de frappe de un hi- potético PSOE de corte chaconista.

Y si el PSC bordea el abismo, CiU sufre también tensiones internas, aunque por el momento menos preocupant­es. Los reproches de CDC de Barcelona a Duran Lleida expresan serias divergenci­as entre convergent­es y democristi­anos acerca de cómo hay que avanzar hacia la autodeterm­inación y, también, sobre la meta final a perseguir.

Cualquier minoría nacional en una situación como la de Catalunya sabe que dispone de pocas opciones para conseguir sus objetivos. Para que esas pocas opciones se conviertan en una verdadera oportunida­d lo que no puede hacer esa minoría es cometer errores. Menos aún lo que en tenis se llaman errores no forzados, esto es, aquellos no provocados directamen­te por el rival. Como lamentable­mente sucedió con la larga elaboració­n del Estatut, el catalanism­o está empezando a cometer demasiados.

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