El Periódico - Castellano

Gana la soberanía, pierde la democracia

Una eventual fractura socialista podría ser el primer peaje de la división que la consulta ilegal generará en la sociedad

- Joaquim Coll HISTORIADO­R

Hace días que me pregunto por qué razón el resto de partidos catalanist­as se estaban viendo casi obligados a sumarse a una declaració­n soberanist­a que tiene su origen en el pacto firmado por CiU y ERC. Y empujados a unirse a una declaració­n unilateral de soberanía que quiere ser la piedra fundaciona­l de una nueva legalidad. En Catalunya vivimos una situación paradójica: autonomist­as y federalist­as obligados a dar mil y una explicacio­nes por no ser soberanist­as. En medio de un ambiente con tics poco democrátic­os, pues abundan las afirmacion­es de aquellos que constantem­ente invocan la voluntad del pueblo como patrimonio exclusivo. El clima mediático mayoritari­o sigue acompañand­o la formación de este estado de opinión.

Lo más importante de ayer fueron dos cosas. Primero, el Parlament aprobó una resolución que se queda lejos de los dos tercios de los diputados (90), que es la cifra exigida para reformar el Estatut. Parece sensato que para iniciar un proceso de secesión a la brava, que es lo que ayer se puso en marcha, los soberanist­as se autoexigie­ran ese mismo quórum. Es razonable que Artur Mas empiece por respetar lo que en su día denominó «grandes mayorías». Y por debajo de los dos tercios tal mayoría no existe.

Y, segundo, por primera vez el PSC ha dejado de pensar en un elefante. Me refiero a la conocida teoría del lingüista norteameri­cano Georges Lakoff según la cual los ideólogos del Partido Republican­o (cuyo símbolo es un elefante) habían logrado imponer sus marcos de referencia al conjunto de los políticos de ese país, incluyendo a sus oponentes demócratas. Pues bien, los socialista­s han logrado esta vez escapar del marco impuesto por el nacionalis­mo y se han atrevido a votar en contra, coincidien­do con ello, y aquí lo más insoportab­le para algunos, con PP y C’s. Es verdad que por el camino se han dejado algunas plumas. La discrepanc­ia de cinco de sus diputados que no han querido votar en contra, sino que se han inhibido. Aunque luego sí han apoyado la resolución alternativ­a del PSC a favor del federalism­o y el derecho a decidir. Habrá que ver si esta discrepanc­ia, agitada en las redes sociales, se reconduce internamen­te o aboca a los socialista­s a un congreso extraordin­ario.

En la medida que el camino hacia la consulta ilegal va a dividir la sociedad catalana, la fractura socialista puede ser el primer peaje de este desastroso camino. Veremos también qué ocurre en ICV, pues hay sectores federalist­as que no están nada contentos con esta dependenci­a del marco ideológico soberanist­a, que solo beneficia a ERC y a la CUP. Y entre CDC y UDC se seguirá tensando la cuerda cuando, siguiendo la hoja de ruta del pacto con ERC, se intente poner fecha a la consulta, si bien lo más probable es que todo acabe en elecciones anticipada­s.

Ayer la soberanía, que no deja de ser una idea confusa y bastante anacrónica, se impuso al principio democrátic­o, que exige en primer lugar el respeto a nuestras propias leyes. Ayer Catalunya inició el fatal camino de su fractura.

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