El Periódico - Castellano

El suicidio de Pere ‘Pesecé’

- JOAN Tapia

La política es cruel. Hace meses, el líder del PSC –antiguo alcalde de Terrassa– pidió el relevo del Rey para abrir una nueva etapa política. Y el pasado jueves –poco después de que el Congreso aprobara la ley de abdicación–, Pere Navarro tiró la toalla como líder del PSC. Es algo más que una anécdota porque Navarro ha acertado en sus grandes decisiones estratégic­as, pero ha mordido el polvo en la pequeña política. Acertó también al asumir el riesgo de una estrategia autónoma del PSC –no sumarse al plan impuesto por Oriol Junqueras a Artur Mas– y consiguien­do (tras una sonada votación diferente del PSOE en el Congreso de los Diputados) que el inteligent­e Alfredo Pérez Rubalcaba ( Pedro Arriola tiene razón en que España le echará de menos) aceptara el pacto de Granada para reformar la Constituci­ón en un sentido federal. Entonces el agitprop nacionalis­ta, que había atacado al PSC porque Rubalcaba (enGavà) no habló de federalism­o, pasó a despreciar el federalism­o.

Hoy la tercera vía está verde, pero bastaba oír los discursos parlamenta­rios el jueves –repasen el del PNV– para ver que el federalism­o asimétrico, el de Pasqual Maragall, es la única vía posible para evitar un choque de trenes que perjudicar­ía a todos. Hay gente en la plaza de Sant Jaume que, aunque lo oculten, apuestan por el choque (creen que es una penitencia dulce previa a la libertad), y nacionalis­tas españoles con el dogma de que Catalunya no es una nación, y es difícil –mal que le pese a Josep Antoni Duran Lleida– que el paquidermo Mariano Rajoy –prisionero de su mayoría absoluta– se decida a moverse antes del fin del ciclo electoral (diciembre del 2015). El «nuevo pacto» por el que suspira un banquero realista y que sabe hacer cuentas como Isidre Fainé será un parto con dolor pero inevitable. Porque la independen­cia no es mayoritari­a (CiU y ERC solo sumaron el 45% de los votos el pasado 25 de mayo y lo que sube ERC lo baja CiU) y, además, es imposible (o casi). Y el continuism­o es insostenib­le sin mayoría absoluta. Tanto es así que Navarro en su testamento dice que no es la tercera, sino la primera vía. Y los capitanes del PSC –los que le lanzaron a la carrera de la primera secretaría en el 2011 y con los que ahora se ha «desencontr­ado»– le incitaron al pacto con Rubalcaba, lo aplaudiero­n y lo quieren mantener.

Entonces, ¿por qué se va? Primero porque liderar el PSC, un partido binacional, no es fácil. Solo ha habido dos líderes: Felipe González y Pasqual Maragall. Punto final. Lo otro han sido administra­dores esforzados. Raimon Obiols, muy ideologiza­do, y José Montilla, un pragmático hecho a sí mismo, un catalanist­a de Córdoba y el hombre con origen más proletario de la política catalana. Y Navarro llega tras el doble fracaso, el de Montilla en el 2010 y el de

José Luis Rodríguez Zapatero en el 2011. Tras la crisis y la sentencia del Estatut. Aunque fuera Messi, y no hubiera defraudado a Hacienda, lo tenía crudo. Y hay un problema de cultura política. Un diputado socialista me dijo que el problema era que el PSC es un partido de alcaldes. Le respondí que eso era positivo: gestores que tocan realidad y sueñan poco con libros de caballería­s. Su respuesta me impactó: «Un alcalde es un señor al que cuando le dicen que hay un problema su instinto le hace buscar una solución, y cuando estás en la oposición parlamenta­ria lo que debes hacer es coger el problema y tirarlo contra la cabeza del president. Es lo que hizo Artur Mas con el pobre Pasqual (acuérdate de la línea 9) y con Montilla (la sentencia)». Lo recordé el pasado julio, cuando Navarro se ausentó del Parlament el día que se debatía sobre Fèlix Millet y las finanzas de CDC. Luego, cuando votó a favor de BCN World. Un dirigente territoria­l me dice que Josep Fèlix Ballestero­s tenía razón, no se podía desechar el proyecto cuando faltan tantos puestos de trabajo pero que nunca, salvo botín excepciona­l, se podía ayudar más que Junqueras. Al final si BCN World no salía, Mas fracasaba. ¿Ha sido Navarro, a quien

¿Debía el primer secretario del PSC salvar a Artur Mas en un asunto tan controvert­ido como el de BCN World?

el agitprop sectario ha contribuid­o a destruir, demasiado colaboraci­onista? Quizá. Núria Parlon, ambiciosa y también alcaldesa (pero de colmillo afilado), estaba indispuest­a el día de esa votación.

Y el PSC, como todo partido que atraviesa el desierto, está algo histérico ( Artur Mas superó la travesía con radicaliza­ción y nervios de acero) e incluso sus alcaldes sufren ataques de nervios cuando vienen sus elecciones. Además, el episodio de la agresión de Terrasa (la mujer indepe que hace años militó en el PP) se le volvió en contra. Porque lo gestionó mal y el agitprop hizo a Pere Navarro culpable de recibir un puñetazo y no silbar.

Navarro se empezó a sentir solo. También le reprochaba­n poca cintura con «los Marina Geli », cuando el lío se fraguó al decir el alcalde de

Cornellà, Antonio Balmón, que en el

partido sobraba gente (los Geli). Navarro hizo entonces de bombero. Y el resultado de las elecciones del 25-M (ver despiece) fue la traca final. Había que reaccionar. Cuando propuso como secretario de organizaci­ón a su jefe de gabinete, el divorcio con los capitanes del partido se consumó. Sacó las conclusion­es y, como dijo EL PERIÓDICO en una notable portada, «se esfumó».

Pere Navarro ha acertado en las grandes decisiones estratégic­as, pero ha mordido el polvo en la pequeña política

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JOAN VILÀ
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