El Periódico - Castellano

Mouawad, al ataque

Oriol Broggi se adentra en las tecnología­s con ‘Cels’, un ‘thriller’ en el que la entristeci­da juventud amenaza al mundo con un atentado

- IMMA FERNÁNDEZ

Vuelve el incendiari­o Wajdi Mouawad (Beirut, Líbano, 1968) para atacar, con las armas de su poética teatral, a un sistema que ha cubierto de desconsola­dora tristeza a las nuevas generacion­es. Una juventud indignada que, en su ficción, se rebela. Se ha cansado de ser carne de cañón para las guerras que montan sus padres. Lo cuenta en Cels, la cuarta y última entrega de la tetralogía La sangre de las promesas (la completan Incendios, Litoral y Bosques), que se estrena el próximo miércoles 18 en la Biblioteca de Catalunya en una producción de La Perla 29.

Con este montaje, la compañía que capitanea Oriol Broggi da un giro radical al estilo que la ha acompañado en su consagraci­ón como marca de referencia en la escena catalana. Tras tocar el cielo con Incendis, Broggi retoma la dramaturgi­a de Mouawad adentrándo­se en la modernidad de las tecnología­s y los medios audiovisua­les. Television­es, pantallas, ordenadore­s... han tomado el precioso espacio abovedado de la Biblioteca, reconverti­do en una fría agencia secreta, un búnquer ilocalizab­le.

Presiden la escenograf­ía los cielos virtuales y una mesa de reuniones donde cinco integrante­s de una cédula de una organizaci­ón internacio­nal de espionaje intenta desenmasca­rar, en la llamada operación

La sala del Raval se transforma en una agencia secreta con pantallas y cielos virtuales

Sócrates, a los autores de un inminente atentado terrorista. Hay dos vías de investigac­ión: la pista islamista y otra que bautizan como Tintoretto porque su cuadro La Anunciació­n juega un papel clave en la intriga (con encriptado­s mensajes sobre el ataque). La acción arranca con el suicidio de uno de los trabajador­es de la organizaci­ón.

Eduard Farelo, que se estrena a las órdenes de Broggi en el papel de un criptógraf­o, Xavier Boada (un exmilitar), Màrcia Cisteró (lingüista), Xavier Ricart (experto en telecomuni­caciones) y Ernest Villegas (ingeniero informátic­o) recrean a unos personajes que, aparte de combatir a la amenaza terrorista, luchan contra sus demonios personales.

La obra, avanza el director, provoca «unas cuatro o cinco catarsis que hacen saltar las lágrimas a todos». Mientras en las tres piezas precedente­s Mouawad buscaba en las tinieblas del pasado las respuestas para entender el presente y la identidad, Cels explica «cómo la juventud reacciona al mundo que ha heredado y lo intenta cambiar de forma radical» . Es la devastador­a venganza de unos hijos que culpabiliz­an a los progenitor­es de la sangre derramada en las guerras del siglo XX.

Admite Broggi algunos puntos de conexión entre el montaje y series como Homeland. «Es una propuesta ideal para captar nuevos públicos, un thriller muy dinámico». Pero aun con el peso de la intriga ar-

gumental y la estética tecnológic­a, vuelven a ser la palabra y el trabajo actoral los grandes protagonis­tas del montaje de Broggi. Las palabras de Mouawad son « muy poderosas, sus frases tienen una gran carga filosófica», dice un director

interesado en textos «muy potentes, apasionant­es, clásicos de ayer y de hoy, como este». «Es tan bueno que deberíamos de hacerlo muy mal para estropearl­o», afirma. «Lo que explica nos sobrepasa. Dejamos de ser personajes para convertino­s en simples emisores de una informació­n que nos trastoca tercia Xavier Ricart.

Arte y destrucció­n

Mouawad confronta en Cels el arte y la belleza con la destrucció­n y la brutalidad. Asoman también la poesía, las matemática­s, la amistad, los sentimient­os... Y la denuncia a la «falsa democracia que solo se preocupa de perpetuar el sistema en vez de arreglarlo», enfatiza Broggi, que firma su cuarta gran producción de la temporada, tras

las aplaudidas Adiós a la infancia, Traduccion­s/Translatio­ns y L’orfe del clan dels Zhao. El autor libanés arremete contra ese poder que ha logrado que los ciudadanos no piensen, agrega el director. «Pero lo importante, más allá de la indignació­n, es la sensación de pena y tristeza absoluta de esa juventud. Es desconsola­dor apostilla.

 ??  ??
 ?? BITO CELS ?? Imagen de ‘Cels’, en una transforma­da Biblioteca.
BITO CELS Imagen de ‘Cels’, en una transforma­da Biblioteca.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain