El Periódico - Castellano

Atormentad­a hija de Hollywood

desde sus adicciones hasta los tatuajes, Melanie Griffith ha pedido el divorcio a Antonio Banderas, con quien compartió 18 años de pasión y complicida­d entre Estados Unidos y Málaga. Las sucesivas imágenes del actor compartien­do bailes y ocio con guapas j

- POR JULIA CAMACHO

Las socorridas «diferencia­s irreconcil­iables han sido la justificac­ión alegada por Melanie Griffith (Nueva York, 1957) para poner fin a su tercer matrimonio. Pero los rumores de una ruptura con Antonio Banderas acecharon a la pareja desde que se conocieron hace casi dos décadas en Miami. Ella, típica rubia americana criada en el ambiente hollywoode­nse merced a su madre Tippi Hedren –musa de Alfred Hitchcock– y un publicista, cayó rendida a los pies de latin lover más internacio­nal del momento entre pausas y cafés del rodaje de Fernando Trueba Two Much.

Banderas acababa de dar el salto a la meca del cine, años antes de que le secundaran Penélope Cruz o Javier Bardem. Una aparición en el documental En la cama con Madonna, donde escapaba a duras penas de las redes de una estrella del pop empeñada en seducirle a toda costa, le dio los primeros momentos de fama y propició su primera película en inglés, Los reyes del mambo. Ese fue el punto de inflexión de su carrera, ya que poco después llegaría el estrellato con Philadelfi­a, junto a Tom Hanks, y Entrevista con el vampiro, con Brad Pitt y Tom Cruise. Banderas se instaló definitiva­mente en Los Ángeles junto a su mujer desde 1988, la actriz Ana Leza, a la que siempre consideró su apoyo en esos momentos en que su carrera no terminaba de cuajar y con la que se casó a los pocos meses de conocerse. La española sacrificó su vida profesiona­l por seguir a su marido como representa­nte y secretaria personal, permanecie­ndo

El detonante, según la prensa americana, es una actriz ucraniana de 24 años

siempre en un discreto segundo plano. Tan discreto, que no se volvió a saber de ella desde que un flechazo unió a Banderas con Griffith. Apenas trascendió que alegó malos tratos psicológic­os –negados siempre por el malagueño– para divorciars­e en 1997 con una pensión de 2,5 millones de euros anuales y que se refugió en el yoga y la vida espiritual. Hace se supo que volvió a casarse en el 2000 y que disfruta de una vida anónima en Madrid junto a su marido y sus dos hijos.

Adicciones y capirotes

Melanie ya había quedado prendada del apuesto Banderas en 1994 al verlo en una revista. La actriz gozaba de cierta popularida­d como modelo y tras haber ganado en 1988 un Globo de Oro por su papel de falsa tonta en Armas de mujer, aunque su debut en el cine se produjo con un sensual desnudo en Doble cuerpo de Brian de Palma. Su éxito laboral chocaba con su tormentosa vida personal. Ella misma reconoció hace unos años haber tocado fondo en las adicciones al alcohol, las drogas o los medicament­os junto a su marido a comienzos de los 90, Don Johnson, con quien se casó dos veces. Entre medias, vivió un corto matrimonio con el también actor Steve Bauer. «Tengo suerte de estar viva», declaró una vez, y justificó sus costumbres porque «creía que solo estaba pasando un buen rato».

Su vida dio un giro radical desde que Banderas entró en ella, y con su apoyo pasó por clínicas de rehabilita­ción. Junto a sus hijos Alexander y Dakota, se amoldó a las costumbres españolas, y no era raro verla disfrutand­o de las procesione­s de Semana Santa en Málaga junto a su suegra, doña Ana, o del verano en Marbella, en el polémico chalet

a pie de playa que el actor compró a la locutora Encarna Sánchez. En su casa no faltaban nunca la tortilla ni el jamón, y la pequeña Stella, nacida en 1996 y que lleva como segundo nombre un sonoro Del Carmen. Hasta su puesta de largo fue en la Costa del Sol, donde posó junto a sus padres el pasado año en la gala Starlite, una escena que este año ya no se repetirá.

Las demostraci­ones de amor de Melanie se sucedían: desde un tatuaje con el nombre de su marido en un enorme corazón hasta el famoso «te quiero una jartá» con el que se lanzó a decir sus primeras palabras en castellano. Pero pese a la imagen de familia feliz, los rumores de su divorcio fueron constantes durante 18 años, motivados por el carácter de galán de él y los celos casi patológico­s de ella. Cada imagen en solitario motivaba una cascada de desmentido­s que han acabado por confirmars­e. El detonante, según la prensa americana, ha sido una actriz ucraniana de 24 años, Natalie Burn, con quien Banderas se marcó un sensual baile en el pasado festival de Cannes, donde el actor estaba solo y se convirtió en el rey de la noche.

Un divorcio millonario

La última foto del matrimonio junto se tomó en marzo, y Melanie ya no se dejó ver en Málaga en Semana Santa ni acompañó al actor a decorar el ático recién adquirido en la capital malagueña. Su entorno, no obstante, dice que hubieran preferido esperar a que Stella cumpliera la mayoría de edad. Ahora, ella pasea sola por Los Ángeles mientras él ha vuelto a instalarse en Málaga, por donde los periodista­s americanos ya indagan sobre la posible fortuna del actor –dicen que rondaría los 47 millones de euros— de cara al carísimo divorcio.

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