Lecciones de la revuelta del taxi
LA PLATAFORMA UBER HA DESATADO LA INDIGNACIÓN DE LOS TAXISTAS. UN SÍNTOMA DE LOS NUEVOS TIEMPOS
La rebelión de los taxistas que vivieron el miércoles varias ciudades europeas, entre ellas, Barcelona, es mucho más que una huelga de un sector de servicios que ve amenazada su actividad por una competencia desleal. La protesta, que dejó vacías de taxis las calles de Barcelona y proporcionó algunas imágenes de la contundente acción de los piquetes (foto), es un síntoma de la gran batalla que la sociedad del siglo XXI se dispone a presenciar entre los sectores económicos tradicionales y los que emergen, con legalidad discutible, por el uso avanzado de las nuevas tecnologías de la comunicación y por una crisis de empleo que empuja a los jóvenes y a las clases medias a buscar recursos por métodos no convencionales.
La idea es la siguiente: no tengo trabajo, pero tengo tiempo, conocimientos, capacidades y algunos activos de los que puedo sacar un valor añadido. ¿Por qué no puedo competir en un mercado que por otras vías me cierra la puerta? Ejemplo: tengo una habitación libre de un piso que pago a plazos con grandes apuros. Y tengo internet para promocionar ese espacio. ¿Cometo un delito si alquilo el cuarto a un turista? ¿Hago competencia desleal a la industria hotelera? ¿Soy un pirata?
Igual que hace unas décadas quedaban fuera del control del Estado
los vendedores de sandías en las playas o los alquiladores de almohadillas en el fútbol, ahora vienen tiempos en que la oferta de servicios subterráneos se multiplica. Sectores como el transporte, el turismo o la información se están viendo ya afectados por aplicaciones en la red que abaratan los costes por servicios que en la economía tradicional estaban tarifados.
Lo que nos plantea la revuelta del taxi es la crisis de nuestro sistema de intercambios económicos, que camina de regreso hacia la economía de trueque.