El Periódico - Castellano

La otra supervivie­nte

La presentado­ra del ‘reality’ de Telecinco contrarres­ta el circo mediático montado por la familia de su marido, Mario Biondo, que se suicidó hace un año, con el silencio y una novela.

- POR SERGIO SILVA

Tal día como hoy, hace un año, Raquel Sánchez Silva (Plasencia, Cáceres, 1973) estaba en boca de todos por la repentina muerte de su marido, el cámara italiano Mario Biondo. Un suceso que la periodista tildó de «desafortun­ado accidente» , la familia de Biondo de «asesinato» y el informe policial de «suicidio». Doce meses más tarde, y visiblemen­te recuperada, la viuda de Biondo presen-

ta su primera novela, Mañana a las

seis. Un libro que cuenta la historia de una mujer que renuncia al confort de una vida estable para dar rienda suelta a sus pasiones.

«No soy yo, ni es mi historia. Ya bastante se habla de mí y de mi historia –que estoy un poco harta y cansada–, como para encima también participar yo de eso metiéndome a mí misma en un libro de ficción», aclara la extremeña, que asegura entender a los que la acusan de haber tratado con demasiada ligereza lo ocurrido.

«Comprendo todo. Comprendo la no comprensió­n, las dudas y que esto no es a lo que estamos acostumbra­dos. Esto es la sociedad de la provocació­n y el silenciono es lo habitual. Peroyo prefiero que se me tache de idiota, que se me zarandee como se me ha zarandeado, antes de cometer una maldad con algo tan importante en mi vida», explica Sánchez Silva, que recibió las primeras críticas por compartir en Twitter fotografía­s de su escapada con amigos a Formentera –lugar donde la pareja iba a celebrar su primer año de matrimonio–un mes después de la tragedia. «No me arrepiento de haler– ber tenido a mis amigos cerca, de haber sonreído aunque fueran tres segundos y de haber fotografia­do esos tres segundos. No me arrepentir­é nunca», sentencia la presentado­ra de Supervivie­ntes.

Precipitac­ión mal calculada Apenas una semana después, Raquel Sánchez Silva se incorporab­a al trabajo, algo que ella considera

«fundamenta­l» para sentirse arropada, y lo hacía con su polémico pésame patrocinad­o. «Enseguida tuve ganas de trabajar y eso fue precipitad­o. Creo que fallé en la precipitac­ión»,

admite. «Si en ese primer mes hubiera sido todo más sereno no hubiera compartido tantas cosas como compartí», añade. Mientras, en Italia, la familia Biondo empezaba a gestar lo que se ha convertido en una guerra abierta contra la presentado­ra y contra la justicia española. Lejos de entrar al trapo, la autora lleva meses dando la callada por respuesta.

«Mi silencio tiene que ver con el respeto absoluto a un amor y a algo fundamenta­l en mi vida que no merece ser arrastrado a un circo mediático explica Sánchez Silva, que en los últimos meses ha visto a la familia de su difunto marido pasearse por los platós de la televisión italiana, acudir al piso donde murió el cámara –que ahora está en alqui-

«Necesito una nueva vida y sentir que soy la protagonis­ta», dice la conductora tras un año de tensión

con un equipo de televisión e incluso intentar hablar con su madre. «Somos mediterrán­eos. Somos de exhibir y de compartir la tristeza recuerda la comunicado­ra, que en abril denunció a la familia de su marido por acoso.

Pese a todo, Raquel sigue sonriente, cumpliendo con sus compromiso­s profesiona­les y sin pensar en la

idea de tomarse un descanso. «Necesito más otros descansos que el vacacional asegura. «Necesito empezar a hablar de otras cosas. Necesito una nueva vida y sentir que soy la protagonis­ta. No sentir que hay una historia pasada que es la protagonis­ta de todo», detalla. Sobre las fotografía­s que se han publicado esta semana en la prensa en las que se ve a la periodista junto al empresario argentino Matías Dumont, Sánchez Silva comenta: «No he visto las revistas. Me he prohibido muchas lecturas a mí misma porque, no te voy a mentir, me afectan. Que no es que me importen, pero me afectan».

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CONECTADA. Raquel Sánchez Silva, en un sillón del Hotel 4 de Barcelona, durante la gira promociona­l de su libro, el miércoles.

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