La derecha de Piñera, más cerca de volver al poder
El magnate gana la primera vuelta con menor margen del previsto Su rival será Alejandro Guillier, el candidato de centro-izquierda
Sebastián Piñera ganó la primera vuelta electoral, pero su festejo en la noche de Santiago fue contenido, de caras largas, de amargura. El 36,67% de los votos estuvo lejos de los pronósticos de la coalición de derecha Vamos Chile. Calculaban perforar la barrera de los 40 puntos y esperar con tranquilidad el segundo turno del 17 de diciembre. Sucedió lo que las encuestas no previeron y el magnate deberá enfrentar a Alejandro Guillier, el candidato de Fuerza de Mayoría, la entente que reclama la deshilachada herencia de Michelle Bachelet, quien obtuvo el 22,63% de las adhesiones.
Escrutadas más del 90% de las mesas electorales, los analistas políticos coinciden: final abierto. Todavía falta casi un mes. Piñera y Guillier saben dónde ir a buscar los apoyos que le faltan. Por lo pronto, el multimillonario debe convencer a José Antonio Kast, el único pinochetista confeso de esta contienda, dueño de un sorpresivo 7,8% de los votos. Pero con eso no le alcanza. Necesitará del sector más moderado de la población, aquel que representa la Democracia Cristiana (DC), que tuvo una verdadera debacle electoral este domingo. Su candidata, Carolina Goic, quedó por debajo de los seis puntos. Ya saludó a Guillier. Todo un dato.
Fuerza de Mayoría sabe que no tiene todas las de ganar. Ganar en la segunda vuelta dependerá en gran parte de lo que pase con los votos del Frente Amplio (FA), la nueva fuerza de izquierda liderada por la periodista Beatriz Sánchez, que recibió el 20,34% de los sufragios y tendrá un importante protagonismo en un Congreso de impronta juvenil. El FA deberá decidir si, como dijo en campaña, Piñera y Guillier son caras de una misma moneda.
Fuerza de Mayoría seguramente conseguirá el respaldo de otras agrupaciones progresistas que reúnen más del 6% de los votos. La si- tuación tiene tantas aristas inciertas que Bachelet, en su primer pronunciamiento, pidió «la unidad de todos los que quieren las transformaciones y recordó que «es el momento de la generosidad». Claramente, le habló a los seguidores de Sánchez.
CAMBIO Y DESENCANTO Entre el 2000, cuando Eduardo Frei abandonó la presidencia, y el 2016, el PIB de Chile se incrementó un 64,6%. La economía, la sociedad y la misma Santiago se han modernizado a paso veloz. Aunque la política no ha seguido este mismo ritmo transformador, muchs de las estructuras heredadas de la dictadura han sido desterradas. De hecho, en estas elecciones se ha dejado atrás el esquema diseñado por Augusto Pinochet que cerraba paso a las minorías políticas en el Congreso. Se ha mejorado sustancialmente el cupo femenino y por primera vez, a causa de las escandalosas revelaciones de financiación ilegal, los partidos se han visto obligados a aceptar nuevas reglas para hacer propaganda.
El año cierra con crecimiento del 1,4%, una inflación menor a los tres puntos y un paro del 6,7%. Nada de esto ha logrado sacar de la apatía a la sociedad. La lucha por el derecho al voto galvanizó a los chilenos en 1990. Al comienzo de esa década en la que se recuperó la democracia, votó un 86% de las personas, pero 16 años más tarde lo hicieron un 36%. El próximo presidente será, en cierto sentido, el fruto de un profundo desencanto. La participación electoral este domingo no superaría el 45%. Bachelet pidió a los ocho millones que se abstuvieron que participen en la segunda vuelta para fortalecer la democracia.
En un país con uno de los mayores índices de desigualdad en el reparto de la renta, donde la mitad de los trabajadores percibe 470 euros al mes, Piñera no solo ha prometido poner freno al ideario progresista, sino que también ha insistido en aquello que su electores más quieren oír: aumento de la seguridad y el consumo y promesa de enriquecimiento. Aunque con eso no le alcanza para volver a ser presidente.