El Periódico - Castellano

Pagar impuestos por vender en Wallapop

- OLGA Grau

Las compravent­as de objetos de segunda mano en plataforma­s de internet como Wallapop, Amazon y Ebay tendrán que pagar impuestos, concretame­nte el de transmisio­nes patrimonia­les que fijan y recaudan las autonomías. Lo ha confirmado Hacienda a la luz del auge tan importante que están teniendo estas operacione­s entre particular­es. Lo relevante de la noticia, que por cierto ha causado indignació­n entre los usuarios del todo es gratis en la red, es la filosofía que subyace detrás.

La economía real, la física y palpable, se ha trasladado a internet. Lo saben bien los comerciant­es con tiendas físicas que compiten cada día con Amazon y que, incluso, están poniendo ya un pie en estas plataforma­s para ofertar también sus productos. Lo saben porque ellos pagan impuestos de todo tipo desde que suben la persiana por la mañana hasta que la bajan. Y compiten con gigantes tecnológic­os que tienen sus sedes en paraísos fiscales o en zonas de baja tributació­n y que se saltan la legislació­n laboral con contratos precarios de repartidor­es externaliz­ados.

Está claro que son estas grandes multinacio­nales las primeras que deben pagar. Y tan solo una política coordinada desde la Unión Europea podrá atajar la elusión fiscal y atarlas en corto. Pero también es cierto que los particular­es tienen que entender que el Estado del bienestar pasa por que se recauden impuestos y por pagarlos entre todos. Si actualment­e nadie discute que un bien de segunda mano que se compra en una tienda física, por ejemplo un coche o una bicicleta, paga transmisio­nes patrimonia­les, no es lógico que por el hecho de trasladar esta venta al ciberespac­io no se pague. Aunque lógicament­e debe primar el sentido común, ya que no tendría sentido perseguir operacione­s de cantidades ridículas.

La fiscalidad de lo que se ha bautizado como economía colaborati­va o nueva economía será uno de los principale­s retos a los que se tendrá que enfrentar la sociedad en su conjunto si queremos mantener el actual Estado del bienestar. El debate ha llegado incluso a plantear la fiscalidad de los robots. Si en el futuro se llegan a sustituir masivament­e los trabajos que desempeñan los humanos por máquinas dotadas de inteligenc­ia artificial, todos los ingresos por la vía de los impuestos que pagan las empresas (cotizacion­es sociales) e individuos (IRPF) se perderán. De ahí que se haya planteado la cotización de los robots.

El debate puede parecer de ciencia ficción a estas alturas. Pero anticipars­e a lo que va a ocurrir permite transicion­es más suaves y menos traumática­s. Si nadie le va a poner puertas al campo, y parece que no, más vale pensar quién va a pagar.

La fiscalidad de la nueva economía es esencial para tener un Estado del bienestar

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