El Periódico - Castellano

¡Un chupito para los gobernante­s!

Los padres no pueden ser una cortina de humo para seguir mirando hacia otro lado y que gane otra vez el lobi de la bebida

- Josep Martí Blanch PERIODISTA

Con 14 años (1984) mi mejor amigo se proclamó el bebedor más rápido de cerveza de la provincia de Tarragona en una discoteca que pocos años después quedó carbonizad­a por un incendio. Al llegar a casa su padre le confiscó el generoso cheque, gentileza de la cervecera patrocinad­ora del certamen, y le hizo tirar a la basura el trofeo que acreditaba su hazaña. Después fue llamado a capítulo de modo severo y se le hizo notar cuánta vergüenza sentían por su culpa y cuán grande era la decepción que causaba.

Explico esta anécdota, por fortuna inimaginab­le 30 años después, para denunciar el sinsentido de pretender multar a los padres por el consumo de alcohol de sus hijos menores de edad que, según informa EL PERIÓDICO, contempla la nueva ley del alcohol que está elaborando el Ministerio de Sanidad. El sentido común deja claro que no estamos hablando de menores de corta edad, sino de los que empiezan a experiment­ar con su tiempo libre, forjando amistades fuera del entorno familiar y tomando decisiones por sí mismos, lo que obliga a que deban asumir también las consecuenc­ias de sus actos, que es a fin de cuentas lo que es ser adulto (cosa cada vez más complicada en un mundo infectado del síndrome de Peter Pan).

¿Merecían los padres de mi amigo una multa? No. Ni hace tres décadas ni ahora. Eran diligentes y hacían lo que tocaba con sus hijos. Aún así, a pesar de sus consejos, atenciones y ejemplos, mi compañero no escapó –ni yo tampoco– de la clásica adolescenc­ia de los 70 en un entorno con pocas distraccio­nes, tolerancia social e incentivac­ión del consumo de alcohol. Así era esa época.

Hoy, la vida de un adolescent­e puede ser más completa y divertida. Hay más oportunida­des de ocio en el que invertir el tiempo libre. Más cultura. Más educación. Por ahí hemos ganado. Pero no hemos acabado con la tolerancia al consumo indiscrimi­nado de alcohol. Ese es el problema. El alcohol es una plaga que destroza la vida de la gente, pero sigue gozando de impunidad a la hora de ser catalogado como veneno. Pero de ahí a considerar razonable imponer multas a los padres porque sus hijos adolescent­es consuman alcohol es un sinsentido. Aplíquense primero las autoridade­s a cumplir leyes, reglamento­s y ordenanzas que ya prohíben los botellones. Aumenten la vigilancia sobre lugares de ocio donde se sabe que el consumo es habitual entre menores. Caigan como plaga de Egipto sobre establecim­ientos que venden licores a jóvenes y no den tregua a las campañas de sensibiliz­ación que permitan avanzar, como ya ha pasado con el tabaco, en la conciencia­ción social del problema.

Pero no amenacen a los padres. Parecerá que les importa poco el problema y mucho los titulares. Los padres como cortina de humo para seguir mirando hacia otro lado y que gane otra vez el lobi de las bebidas. No gracias. Dejen al lado ocurrencia­s de sobremesa regada con un chupito de más. De lo contrario, ministra, nos veremos obligados a contactar con los padres de todos sus consejeros y especialis­tas. Para multarles, claro.

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