El viraje de los sindicatos
Es incomprensible que los sindicatos se sitúen en el bando soberanista sin escuchar a sus afiliados. Un obrero del cinturón de Barcelona, de Tarragona, de los barrios obreros de Girona, de ciudades tan castellanas como andaluzas del Empordà o de donde sea aparta cada mes los ocho euros de cuota para estar cubierto por un velo de Isis que, a la hora de la verdad, no lucha ni luchará por su bien. Los sindicatos no son lo que eran ni serán lo que fueron, ya que ahora prima la imagen, el ego y los intereses partidistas de la casta de los de arriba. Esa casta que cobra más de 2.000 euros por lanzar cuatro frases y situarse del lado más caliente de la sociedad, arrastrando a los rangos inferiores hacia el precipicio más demagogo de todas sus siglas.
UGT y CCOO son de los obreros y para los obreros. Los mismos obreros –y afiliados– que siempre han votado PSC, PSOE, ERC o Verdes y que luego algunos se decidieron por Cs . Aunque les pese, esta escisión del voto socialista o de izquierdas hacia un partido lerrouxista y riverista tiene carácter social, político y territorial. Por lo tanto, hagan ustedes un referéndum para ver qué piensan los afiliados. Para ver si un obrero emigrado de Cartaya a Llançà en los años del hambre, una ama de casa catalana casada con un extremeño, un catalán obrero de toda la vida, una pareja de castellanos que viven en un piso de protección oficial con aluminosis y, sobre todo, los hijos de todos esos obreros queremos que nuestro sindicato se junte con la revolución pijo-progre de cuatro burgueses que han lavado el cerebro de buena parte de la sociedad. De la sociedad del todo para mí y los demás, si quieren algo, que trabajen. Qué dirían nuestras abuelas, que trabajaron de verdad, al ver tanto idiota suelto. En fin, para unos, lacitos, y para otros, que paguen cuota.