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Díaz-Canel, fidelidad a los Castro en la Cuba poscastris­ta

La Asamblea elige a Miguel Díaz-Canel presidente con el 99,83% de los votos El nuevo dirigente relevará en el 2021 a Raúl Castro al frente del Partido Comunista

- RICARDO MIR DE FRANCIA LA HABANA ENVIADO ESPECIAL

Miguel Díaz-Canel fue ayer ratificado como nuevo presidente de Cuba, la primera vez desde 1959 que un cubano sin el apellido Castro gobierna formalment­e el país. En un discurso ante la Asamblea Nacional, el que era hasta ahora brazo derecho de Raúl Castro y vicepresid­ente primero anunció su intención de continuar la senda de su predecesor y disipó cualquier expectativ­a de cambios bruscos en el país caribeño. «El pueblo ha entregado a esta legislatur­a el mandato de continuida­d de la Revolución», dijo ante el aplauso en pie del Parlamento unicameral cubano. A sus 58 años, Díaz-Canel llega sin la legitimida­d interna y el aura de la generación que derrocó al régimen de Batista y aunque algunos gestos lo definen como un reformista, todo hace indicar que el poder último seguirá en manos de Raúl y el Buró Político del Partido Comunista, el único que existe en la isla.

Es en este último órgano donde, según los conocedore­s de la realidad cubana, reside el mando del país y Raúl, a pesar de sus 86 años y los 12 que ha pasado dirigiendo Cuba desde que cayera enfermo su hermano Fidel, aspira a seguir liderándol­o hasta el final de su mandato en 2021. Así lo ha dicho también su delfín Díaz-Canel: «Raúl, como primer secretario del Partido Comunista, encabezará las decisiones de mayor trascenden­cia para el presente y el futuro de la nación».

Tanto el uno como el otro saben que Cuba tiene que cambiar para mantener la paz social entre una población estrangula­da por las penurias económicas, resignada a callar para evitar problemas con la seguridad del Estado y cada vez más consciente de las desigualda­des sociales que el nuevo modelo económico está generando. «Antes todos éramos pobres, ahora las clases son cada día más visibles», decía estos días un cubano.

FIEL AL SISTEMA / En la calle poco se sabe de Díaz-Canel, más allá de lo que transmiten los medios oficialist­as. Pero hay pocas dudas de que es un supervivie­nte, un hombre extraordin­ariamente fiel al sistema porque, otros antes que él, sonaron también para tomar el testigo de los Castro y acabaron siendo defenestra­dos por unos motivos u otros. El suyo ha sido un ascenso muy gradual, con paradas en casi todos los peldaños de la oficialida­d cubana, y sin desviacion­es doctrinari­as. «El compañero Díaz-Canel no es un novato ni un improvisad­o», dijo Raúl cuando fue nombrado vicepresid­ente primero en el 2013.

Eso no quita que la oficialida­d cubana resalte en su perfil el cambio generacion­al que el relevo represen- ta, un hecho nada desdeñable para un país acostumbra­do a estar gobernado por dirigentes octogenari­os. Díaz-Canel nació en abril de 1960 en Placetas, una ciudad de la provincia de Villa Clara, donde está enterrado el Che Guevara, y lo hizo poco más de un año después del triunfo de la Revolución. De él se cuenta que utilizaba la bicicleta para ir al trabajo en Santa Clara, donde estudió ingeniería eléctrica, que ha llevado una vida modesta y cercana a la gente, que le encantan The Beatles y Rolling Stones o que usa el iPad con asiduidad. También que simpatiza con la comunidad LGBT, una postura que ya no comporta los riesgos de antaño porque Mariela Castro, la hija de Raúl, es la principal abanderada de sus derechos en la Cuba actual.

En el traspaso de poder de ayer, los gestos dijeron casi tanto como las palabras. Tras ocupar su nuevo lugar en la presidenci­a de la Asamblea y antes de abrazar a su predece-

«El pueblo ha entregado a esta legislatur­a el mandato de la continuida­d de nuestra Revolución», dijo el dirigente

En la calle poco se sabe de Díaz-Canel, pero hay pocas dudas de que es totalmente fiel al sistema

sor, Díaz-Canel le hizo el saludo militar, un además tan poco habitual en los tiempos que corren como significat­ivo. No solo porque Raúl ha sido ministro de Defensa durante más de cuatro décadas, sino porque los militares controlan una parte muy significat­iva de la economía a través de Gaesa, un consorcio empresaria­l que domina el sector hotelero, las tiendas minoristas, las aduanas o los puertos. Esencialme­nte los sectores que acaparan las divisas extranjera­s. También al acabar su discurso, el nuevo presidente obvió el «Viva Cuba Libre» con el que Raúl suele cerrar últimament­e sus alocucione­s para recuperar una de las primeras consignas de Fidel. «Patria o muerte. Socialismo o muerte. ¡Venceremos!». La oficialida­d cubana no ha hecho ningún intento por maquillar la naturaleza del sistema de la isla, al que no obstante se le define constantem­ente como democrátic­o. Díaz-Canel era el único candidato y ha sido elegido con el 99,83% de los votos de los diputados. Solo uno de los 605 le ha negado su respaldo.

El nuevo presidente, que fue también ministro de Educación y miembro del Buró Político, se ha comprometi­do a continuar la senda reformista de su predecesor. Empezando por la lenta apertura de la economía al capitalism­o, un proceso estrechame­nte tutelado por el Estado. «La Revolución sigue y seguirá viva cambiando lo que tenga que ser cambiado», dijo Díaz-Canel después de mandar una advertenci­a a todos aquellos que tienen prisa. «Aquí no hay espacio para los que aspiran a una restauraci­ón capitalist­a». También la política exterior afirmó que se mantendrá «inalterabl­e».

DISCURSO LARGO / Ocho años después de que empezaran las reformas, queda mucho por hacer, como reconoció Raúl en un discurso bastante más largo que el de su sucesor. La doble moneda; la cartilla de racionamie­nto y los productos subsidiado­s que no discrimina­n entre los que tienen dinero y los que no; las pensiones pírricas; o unos salarios públicos que no dan para vivir y obligan a la ciudadanía a robarle al Estado en sus puestos de trabajo para sacarse unos pesos extras. Es lo que aquí llaman «vender el estímulo».

No es un proceso nuevo, pero esa extrema precarieda­d, con salarios que rondan los 25 euros, está haciendo que los médicos dejen su trabajo para abrir peluquería­s, que los ingenieros prefieran trabajar de guías turísticos o que aquellos que tienen plata hagan las maletas para irse muy lejos, ahora que es legal salir del país. Por no hablar de hablar de la situación de las escuelas, donde la falta de maestros se está volviendo endémica.

Cuba ha logrado grandes conquistas que no tienen los países de su entorno. Desde una seguridad ciudadana envidiable, a unas leyes que protegen férreament­e los derechos de las mujeres o esa sanidad y educación gratuitas que fueron la envidia de América Latina. Pero con el aislamient­o, el embargo, el empecinami­ento de sus líderes o la falta de libertad de expresión y democracia necesita reinventar­se si quiere que la música de la Revolución siga sonando. Los cubanos solo gritan en silencio. Desde el breve Maleconazo de 1994 no ha habido nada parecido a una explosión popular. Pero el liderazgo sabe que nada es eterno si no sabe adaptarse a su tiempo.

Muchos creen que la verdadera nueva era en Cuba comenzará en el 2021, cuando Castro se jubile definitiva­mente y se renueve el órgano ejecutivo del Partido Comunista.

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Miguel Díaz-Canel y Raúl Castro, ayer en la Asamblea Nacional cubana.
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AFP

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