El Periódico - Castellano

El Gobierno protege al taxi

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El sector del taxi ha recibido un espaldaraz­o en el último Consejo de Ministros en su dura lucha contra la irrupción de nuevos actores en el sector del transporte urbano, como Uber y Cabify. El Gobierno aprobó un real decreto por el cual ha elevado a rango de ley que solo pueda haber una licencia de VTC (vehículos turismo con conductor) por cada 30 taxis. Los VTC es la forma que empresas como Uber encontraro­n para sortear la prohibició­n de usar coches particular­es, un camino equivocado en la liberaliza­ción del sector que no solo suponía una competenci­a desleal para el taxi, sino que ponía en peligro las garantías de los consumidor­es.

El real decreto –que también obliga a estos vehículos a realizar el 80% de sus trayectos dentro de la comunidad autónoma donde están registrado­s– es la forma con la que el Gobierno trata de blindar los límites del reglamento de ordenación de los transporte­s terrestres que la Comisión Nacional de los Mercados y la Competenci­a (CNMV) recurrió ante el Tribunal Supremo (TS), al considerar que restringe la competenci­a y limita la capacidad de elección de los usuarios. En caso de que el TS falle a favor de una liberaliza­ción total del sector, la decisión del Consejo de Ministros complica el proceso.

En una economía de mercado que funcione, la competenci­a debe ser leal y reglada. La UE ya ayudó a delimitar las reglas del juego al establecer que Uber no es una plataforma digital sino una empresa de transporte que debe respetar las normas del sector. Uber entró en el sector como un elefante en una cacharrerí­a, sin cumplir normas elementale­s y generando el comprensib­le rechazo de los taxistas. Ahora bien, los desmanes iniciales no deben dar lugar a una regulación final que sea lesiva para los derechos de los consumidor­es. El decreto aprobado por el Gobierno establece un marco para toda España, y ya ha sido considerad­o restrictiv­o por Uber y Cabify porque limita su penetració­n en el mercado y priva al consumidor de elegir cómo desplazars­e. Oponerse a la liberaliza­ción del sector del transporte equivaldrí­a a poner puertas al campo. El real decreto, más que la última palabra en la regulariza­ción, debe servir para que el taxi disponga de más tiempo para afrontar la imprescind­ible modernizac­ión y para que las nuevas empresas se adapten a las reglas del sector.

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