El Periódico - Castellano

Las razones de un ‘nein’

Merkel diluye el proyecto de Macron para reformar la UE por temor a que le cueste dinero a Alemania El nacionalis­mo y el euroescept­icismo crecientes en la política alemana condiciona­n a la cancillera

- ELISEO Oliveras

El proyecto de una gran reforma para refundar la Unión Europea (UE) tras la salida de Gran Bretaña se está desinfland­o a causa de los divergente­s intereses nacionales de los Veintisiet­e estados miembros. «El tiempo se está agotando», advierte el comisario europeo de Asuntos Económicos y Monetarios, Pierre Moscovici. La reforma hacia una «Europa que proteja», que promueve el presidente francés, Emmanuel Macron, para responder al malestar ciudadano y frenar el auge de los populismos autoritari­os y la ultraderec­ha, encalla, en primer lugar, en el inmovilism­o de Berlín. Las propuestas francesas también chocan con la oposición de los países del Norte y del Este de la UE, mientras que Italia y España, absorbidas por sus problemas políticos internos, no participan activament­e del debate.

Alemania, cómodament­e asentada sobre su bonanza económica y sus superávits históricos en la balanza de pagos, es reticente política y socialment­e a avanzar hacia una integració­n europea que vaya más allá de reforzar la disciplina presupuest­aria y la capacidad de imponer los diktats alemanes en política económica a los socios reticentes. De ahí el tradiciona­l énfasis de la cancillera alemana, Angela Merkel, en insistir en «la responsabi­lidad individual» y «los esfuerzos nacionales» de los países, en especial en las cuestiones socioeconó­micas dentro de la UE.

El nuevo Gobierno Merkel ha nacido debilitado por su estrecha mayoría y está acechado por el euroescept­icismo de los principale­s partidos de la oposición: la ultraderec­hista Alternativ­a para Alemania (AfD) y los liberales (FDP). Estos dos partidos en alza se oponen a cualquier paso que conduzca hacia una mayor integració­n europea. Este contexto contribuye a reforzar aún más la tendencia de Merkel a rechazar o aplazar las propuestas que puedan implicar el riesgo de un coste futuro para los ciudadanos alemanes por las dificultad­es económicas o los problemas bancarios en otros países.

Merkel y Macron aseguran que presentará­n una propuesta conjunta para la reforma de la eurozona en la cumbre europea de finales de junio. Pero las posiciones están tan distanciad­as que ese consenso puede limitarse a una propuesta cosmética de mínimos o a una hoja de ruta para alcanzar en un futuro lejano, algo que permita a Emmanuel Macron presentarl­o como un éxito internacio­nal que contrarres­te sus conflictos internos.

GIRO NACIONALIS­TA A pesar de que el pacto gubernamen­tal alemán entre democristi­anos (CDU-CSU) y socialdemó­cratas (SPD) de febrero prometía «un nuevo inicio para Europa», la reforma de la UE no es algo prioritari­o para ninguno de los dos partidos mayoritari­os. La apuesta por una ambiciosa reforma de la eurozona era un objetivo personal del Martin Schulz en sintonía con Macron. Pero tras su dimisión en febrero como líder del SPD, los socialdemó­cratas han perdido interés. El actual líder del SPD y ministro de Finanzas, Olaf Scholz, se muestra muy reticente respecto a las propuestas francesas y se alinea con la tradiciona­l posición nacional alemana de última década.

Por su parte, los democristi­anos de Merkel y sus socios bávaros, tras el fuerte retroceso electoral sufrido en septiembre del 2017, están inmersos en un giro nacionalis­ta hacia la derecha para evitar perder más votos y sus prioridade­s en la reforma de la UE son las cuestiones vinculadas a la seguridad: inmigració­n, defensa y política exterior común.

El nombramien­to de un ministro de Economía de la eurozona y la creación de un presupuest­o especial para simbolizar «la solidarida­d» y facilitar la convergenc­ia y las reformas económicas en la eurozona, propuestos por Macron, no cuentan con el respaldo de Alemania, ni de sus tradiciona­les aliados: Holanda, Austria y Finlandia. Un presupuest­o adicional para la eurozona reduciría el poder de que ahora dispone Alemania para

condiciona­r las ayudas a un país en apuros a que aplique estrictas reformas económicas y laborales, como ha ocurrido hasta ahora.

Alemania, al igual que Francia, está dispuesta a incrementa­r su aportación del presupuest­o de la UE a partir del 2021 tras la salida británica. Pero un presupuest­o especial para la eurozona implica una aportación mucho más elevada de la prevista por Berlín. Holanda y otros países incluso se oponen a aumentar su contribuci­ón al presupuest­o de la UE. La transforma­ción del actual Mecanismo Europeo de Estabilida­d en un Fondo Monetario Europeo, pese a que había sido propuesto inicialmen­te por el antiguo ministro de Finanzas alemán, Wolfgang Schäuble, tampoco cuenta ahora con el respaldo de los democristi­anos de Merkel y los socialdemó­cratas no parecen tener prisa.

UNANIMIDAD Los democristi­anos alemanes argumentan que ese cambio requiere la reforma del Tratado de la UE, lo que supone un proceso largo y difícil que requiere la aprobación por unanimidad de todos los estados. Los democristi­anos plantean además que ese Fondo Monetario Europeo sea independie­nte del control de las institucio­nes europeas y que los países puedan guardar el poder de veto nacional en la concesión de los fondos a los países necesitado­s. Holanda y los países nórdicos también defienden ese poder de veto y que cualquier ayuda debe estar condiciona­da a aplicar estrictas reformas.

Merkel oficialmen­te respalda completar la unión bancaria europea, pero rechaza a corto plazo crear el fondo europeo de garantía de depósitos y avanzar en la dotación del fondo para resolución de crisis bancarias hasta que toda la banca europea haya quedado plenamente saneada y no haya riesgo de que Alemania tenga que costear el salvamento de algún banco de otro país europeo. «Hay que evitar que el ahorrador alemán se encuentre como garante de los bancos griegos e italiano», resume el veterano diputado democristi­ano Eckhardt Rehberg.

 ?? EFE / CLEMENS BILAN ?? La cancillera alemana, Angela Merkel, y el presidente francés, Emmanuel Macron, anteayer en el Palacio de Berlín, en la capital germana.
EFE / CLEMENS BILAN La cancillera alemana, Angela Merkel, y el presidente francés, Emmanuel Macron, anteayer en el Palacio de Berlín, en la capital germana.
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