El Periódico - Castellano

La bici tropieza con la presión social y política

BCN tiene ya 179 kilómetros de carriles ciclistas y terminará el año con cerca de 230 Colau, con toda la oposición en contra, difícilmen­te llegará a los 308 prometidos

- CARLOS MÁRQUEZ DANIEL

H ace exactament­e un año y cinco meses, la alcaldesa de Barcelona presentaba ante la prensa su estrategia para la bicicleta, un plan pensado para multiplica­r el ciclismo urbano con el que, de paso, reducir la movilidad motorizada. Ada Colau prometió 308 kilómetros de carriles bici en un plazo de tres años, pero con toda la oposición en contra, y con algunos proyectos levantando ampollas entre los vecinos, no parece que vaya a alcanzar la cifra prometida. Aun así, el mandato dejará un aspecto urbanístic­o muy distinto al que Barcelona en Comú heredó.

La capital catalana dispone a día de hoy de 179 kilómetros ciclables, 63 más que a principios de mandato, cuando Xavier Trias le dejó a Colau un saldo de 116 kilómetros. Los comuns tenían el doble reto de poner fin a los cul de sac que suponían muchos corredores ciclistas, que terminaban en punto muerto, y de hacer llegar la red a determinad­os rincones de la capital catalana, sobre todo de los barrios de montaña.

Se está trabajando en ambas líneas a pesar de que todos los grupos de la oposición votaron a favor de una proposició­n (no vinculante) en la que se pide al gobierno que frene la implantaci­ón de carriles que no hayan sido consensuad­os con vecinos, comerciant­es y escuelas. Eso y reclamar que no se haga ni un kilómetros más viene a ser lo mismo, ya que es harto complicado que los intereses de colectivos tan diversos comulguen en una misma dirección. En este sentido, carriles como el de Bori Fontestà, Pau Casals o Ganduxer, en el distrito de Sarrià-Sant Gervasi, son los que más quejas ciudadanas han generado. La mayoría, por considerar innecesari­a la infraestru­ctura en una zona que ya de por sí estaba pacificada.

LAS ACERAS Eso, lo de pacificar, no basta. Porque si la ciudad quiere expulsar definitiva­mente las bicis de las aceras, antes los ciclistas deben disponer en calzada de una red segura. La ordenanza contempla ese veto a pedalear por los corredores de viandante, pero moratoria tras moratoria, todo parece indicar que la medida no se hará efectiva hasta el próximo mandato.

El consistori­o espera terminar el 2018 con 233 kilómetros ya debidament­e pintados. Eso implicará que el 95% de la población de Barcelona tendrá un carril bici a menos de 300 metros de su casa. En estos último tiempos, además, se ha dado un impulso simbólico a la conexión metropolit­ana con el estreno del carril bici que une la capital catalana con Esplugues por el lateral montaña de la avenida Diagonal. Quizás muchos no le vean sentido a la cosa, pero con el crecimient­o de la bicicleta eléctrica y de todos los artilugios de movilidad personal impulsados también por baterías, la gente empezará a animarse a realizar recorridos más largos.

Puede que suceda lo mismo con los carriles de los barrios altos, que han generado sonoras quejas ante su poco uso. El propio Trias ya lo decía en sus tiempos de alcalde: «El futuro de la bicicleta es la bici eléctrica». Con la asistencia al pedaleo de estos modelos, cualquier pendiente es un terreno llano.

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