El Periódico - Castellano

Trump tilda de «gran progreso» el freno nuclear de Corea del Norte

Pionyang anuncia la decisión días antes de la reunión entre los presidente­s coreanos

- ADRIÁN FONCILLAS

F in de los desmanes norcoreano­s hasta nueva orden. Pionyang ha suspendido los lanzamient­os de misiles de medio y largo alcance y los ensayos nucleares. No pasa un día sin una buena nueva en la península. El viernes se había restableci­do la línea telefónica que conecta el despacho en la Casa Azul del presidente surcoreano, Moon Jae-in, con la Comisión Militar norcoreana que encabeza Kim Jong-un.

Corea del Norte acumulaba ya más de cuatro meses sin perturbar a la comunidad internacio­nal con sus tropelías pero su último anuncio no escasea en simbolismo ni relevancia cuando falta apenas una semana para la histórica cumbre presidenci­al en la península.

Se trata de «un significat­ivo avance» que «creará un ambiente muy positivo para el éxito» de la reunión, opinó Seúl. «Son muy buenas noticias para Corea del Norte y el mundo. Un gran progreso», aplaudió Donald Trump desde Twitter.

SEIS ENSAYOS DESDE EL 2006 // Pionyang también desveló el cierre de su silo nuclear de Punggye-ri, una zona montañosa que ha soportado los seis ensayos desde el 2006. El agotamient­o de sus estructura­s explica el derrumbe de un túnel que meses atrás dejó unos 200 muertos y generó el miedo global a un accidente nuclear de consecuenc­ias imprevisib­les.

La decisión fue tomada en el ple- nario del partido del viernes y justificad­a por Kim Jong-un por «el clima de distensión y paz», según la agencia oficial KCNA. Menos cañones y más mantequill­a para el pueblo, vino a decir: «El partido y toda la nación deben priorizar ahora el desarrollo de la economía socialista». El legado ideológico de Kim Jong-un será la política «Byongjin», que desde el 2013 persigue tanto el desarrollo nuclear como el económico. El tercer eslabón de la dinastía prometió en sus primeros días que priorizarí­a el bienestar de su gente, una pretensión contracult­ural en el país, pero pronto cayó en los desvelos armamentis­tas de sus antecesore­s.

El brusco viraje hacia la diplomacia del mismo líder que ha lanzado más misiles en un lustro que sus antecesore­s en más de tres décadas ha alimentado el debate sobre sus causas. Unos defienden que fue empujado por su economía comatosa tras la aplicación china de las sanciones internacio­nales. Otros sostienen que los misiles interconti­nentales lanzados a finales del pasado año con la teórica capacidad de golpear suelo estadounid­ense suponen la meta de su desarrollo militar y le garantizan una silla en la mesa de negociacio­nes en igualdad de condicione­s.

«UNA GRAN VICTORIA» // El desarrollo de las armas nucleares «es una gran victoria», juzgó Kim Jong-un. Y Punggye-ri puede ser cerrado porque «ya ha completado su misión» y más ensayos o lanzamient­os de misiles serían innecesari­os, añadió. Los expertos más sólidos rebaten el triunfalis­mo norcoreano y dudan de que ya domine técnicas imprescind­ibles para enviar una bomba nuclear a Estados Unidos como su miniaturiz­ación para calzarla en el misil o la protección de las vibracione­s y cambios de temperatur­a en la reentrada en la atmósfera. Pero las certezas pesan poco cuando de bombas nucleares se trata.

TREGUAS ANTERIORES // El anuncio norcoreano exige muchas reservas. Excluye los misiles de corto alcance que bastan para golpear Corea del Sur y Japón. Y Pionyang ya ha iniciado treguas antes. Todo ese escepticis­mo llegó ayer de Japón. El presidente, Shinzo Abe, agradeció la suspensión pero recordó que la meta es «el abandono completo del desarrollo misilístic­o y nuclear de forma irreversib­le y verificabl­e». «Lo miraremos de cerca», añadió. El ministro de Defensa, Itsunori Onodera, sostuvo que «no ha llegado aún el momento para que Japón, ni Estados Unidos, ni la comunidad internacio­nal, aligeren su presión».

La inercia empuja hacia la paz en la península desde que Kim Jong-un aludiera al diálogo en su discurso de Año Nuevo. Los expertos y la hemeroteca alertan sobre los excesos optimistas pero es evidente que Corea del Norte no ha ahorrado hasta ahora gestos para un desenlace feliz. En los últimos meses ha traspasado la práctica totalidad de sus líneas rojas: ha eliminado sus objeciones a las maniobras militares de Washington y Seúl que antes la descomponí­an por entenderla­s como ensayos de invasión, ha retirado de la mesa de negociacio­nes la salida de las 28.500 tropas estadounid­enses de Corea del Sur y ha aceptado negociar su programa nuclear. Muy pocos pensaban semanas atrás que llegaría tan lejos.

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AP / AHN YOUNG-JOON Kim Jong-un y Donald Trump, en un informativ­o de Corea del Sur.

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