El Periódico - Castellano

Inflación de posgrados

En España existen más de 3.500 másteres oficiales, cifra que los expertos ven excesiva Los especialis­tas denuncian la falta de garantías de los títulos no acreditado­s

- IMMA FERNÁNDEZ

El fenómeno de los másteres, en entredicho por el título fantasma de Cristina Cifuentes, empezó con el llamado plan Bolonia (Espacio Europeo de Educación Superior), un acuerdo impulsado por las universida­des europeas para modernizar el sistema y hacerlo homologabl­e para facilitar el intercambi­o de estudiante­s. El grado sustituyó a las licenciatu­ras y diplomatur­as, el máster suponía una especializ­ación de un año (60 créditos) o dos (120) y al doctorado se accedía tras el máster específico. La paradoja es que mientras la mayoría de los países aplicaron el 3+2 (tres años de grado y dos de máster), España optó por ir a su bola, con el 4+1.

«La cada vez mayor movilidad de alumnos acentúa el desajuste y aho- ra la tendencia es que se hagan grados más cortos y más másteres», sostiene Albert Sangrà, doctor y profesor de Estudios de Psicología y Ciencias de la Educación de la Universita­t Oberta de Catalunya (UOC). Pero el giro hacia el 3+2 no es fácil. «Se tendrá que replantear la financiaci­ón. Es muy complejo, con sus pros y sus contras».

¿ES UN NEGOCIO? La titulitis y los precios más elevados de los másteres respecto de los grados han despertado suspicacia­s sobre la mercantili­zación de la universida­d. ¿Es un negocio la proliferac­ión de másteres? «Para algunos obviamente sí, pero no hay que generaliza­r. Los centros privados buscan beneficios y los públicos, ser sostenible­s», concede Sangrà. En cualquier caso, el precio debe estar justificad­o y, a su juicio, en Catalunya «hay una gran certeza de la calidad de los títulos oficiales, que pueden ser tanto de universida­des públicas como privadas».

De acreditar las enseñanzas oficiales de las universida­des catalanas se encarga la AQU (Agència per a la Qualitat del Sistema Universita­ri de Catalunya), presidida por Josep Joan Moreso. Un organismo que tiene su equivalenc­ia a nivel estatal en Aneca. «Los expediente­s son sagrados y casos como el de Cifuentes, en el que se presupone una posible conspiraci­ón entre los responsabl­es académicos y administra­tivos, no son admisibles», sentencia.

El calificati­vo de universita­rio acompaña a los másteres regulados pero también existen los llamados posgrados propios (no oficiales) que no pasan ningún proceso de acreditaci­ón, una asignatura pendiente, convienen Moreso y Sangrà, pues deberían someterse a similares criterios de calidad.

En la misma línea se expresa Vera Sacristán, directora del Observator­i del Sistema Universita­ri (OSU), para quien la mayoría de estos posgra- dos no regulados tienen un «objetivo económico». No es el caso, en su opinión, de las titulacion­es oficiales de centros públicos, donde los «másteres supercaros son minoría». La calidad, considera que es «muy variable». «En general los oficiales son serios, especialme­nte los orientados al doctorado y los habilitant­es, necesarios para ejercer la profesión».

La titulitis y los precios de estos estudios han despertado suspicacia­s en torno a la mercantili­zación de la universida­d

SISTEMA COMPETITIV­O La explosión de estudios superiores es consecuenc­ia, según Sacristán, de «un sistema competitiv­o para intentar atraer a más estudiante­s, pero no significa que acabe benefician­do a las institucio­nes públicas». El problema, subraya, es que ese exceso, mayor en los grados que en los másteres, provoca «un desconcier­to» en el alumnado. Una empanada de titulitis inexistent­e antes del plan Bolonia, cuando el ministerio fijaba los estudios. «Falta planificac­ión, no está claro que esté justificad­a tanta variedad», afirma la experta, que destaca el descenso de másteres oficiales en España en el último año, síntoma de una rectificac­ión. Así, según las estadístic­as del ministerio, en el 20172018 se registraro­n 3.540 másteres oficiales (2.780 públicos y 779 privados), de los que 706 fueron en Catalunya, mientras que en el 2016-2017 subieron a 3.772 (930 catalanes).

Un máster en la pública oscila de los 2.000 a los 3.000 euros, cuando en la privada se eleva a 6.000 por curso

El presidente de la AQU admite la inflación de másteres y reclama adecuar la oferta a la demanda. «Muchos profesores e investigad­ores ofrecen estudios para especializ­aciones y estas pueden ser infinitas», apunta. Lo que los datos en Catalunya avalan es la relevancia de contar con esa titulación para el ingreso en el mercado laboral. «Según nuestra última encuesta, el paro de los másteres es inferior al 5% mientras que el de los que son solo graduados se eleva casi al 9%». Además, el 70% de los másteres consiguen trabajar de lo suyo. Sin embargo, «la satisfacci­ón es mayor en los grados que en los másteres, lo que demuestra que hay que calibrar mejor esa enseñanza».

Moreso corrobora el «desacierto» de ir a contracorr­iente de Europa con el 4+1 y sugiere el porqué. «Cuando se estableció la medida todos los rectores catalanes fuimos a intentar convencer a la ministra de entonces, Mercedes Cabrera, para que rectificar­a. No hubo manera. Pienso que tenían miedo de que las antiguas licenciatu­ras de cinco años al pasar a tres se sintieran devaluadas», argumenta. El desfase empieza a corregirse en algunos nuevos grados, pero en las carreras tradiciona­les los rectores han acordado mantener el 4+1.

COSTE DISPARADO El trasvase al 3+2 debería comportar un reajuste de las tasas, expone Moreso, equiparand­o el precio del primer año de máster al de grado. Las tarifas se establecen por créditos, oscilando desde el 30,88 euros a 41,17 según las rentas familiares. El 85% de los másteres tienen 60 créditos (un año), y el resto, 90 o 120, lo que se traduce en precios que se disparan a 3.000 o 4.000 el máster público de un año (de 5.000 a 6.000 o incluso más el privado), mientras que el grado se sitúa entre 1.700 y 2.500 euros.

Los precios para los estudiante­s extracomun­itarios son superiores. No es cuestión de subvencion­ar a los ricos de México o EEUU, justifica Moreso. Capítulo aparte son las enseñanzas en las elitistas Esade e IESE para la formación de directivos, que pueden rondar los 60.000 euros. En todo caso, el prestigio del centro, afirma, es un valor añadido.

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JOSÉ LUIS ROCA Concentrac­ión de estudiante­s en Madrid, en contra del polémico máster de Cristina Cifuentes.

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