El Periódico - Castellano

La confianza de los españoles baja

Los índices internos se deterioran pese a que el FMI corrige al alza las perspectiv­as de crecimient­o

- Tapia

JOAN

La economía va bien. El PIB creció el año pasado el 3,1%, se trata del cuarto año de crecimient­o y tercero por encima del 3%. Y el empleo, según la afiliación a la Seguridad Social, lo hizo a un ritmo aún mayor: el 3,6%. Los datos del primer trimestre indican una consolidac­ión de la tendencia y, por primera vez en muchos años, los aumentos salariales pactados en convenios trimestral­es superan al IPC (1,2%).

Las previsione­s son incluso mejores. El Gobierno ha subido su previsión de crecimient­o para este año al 2,7% y el Fondo Monetario Internacio­nal le acaba de corregir al alza, el 2,8%. El FMI ha subido su pronóstico para España el 0,4% frente a una media del 0,2% para la zona euro y las economías avanzadas. Y si se cumple, España con su 2,8% crecerá más que Alemania (2,5%) y que la media de la zona euro (2,4%). Y solo una décima menos que Estados Unidos (2,9%). Y un dato espectacul­ar es que según el FMI la riqueza per cápita de los españoles superó ya a la de los italianos en el 2017.

Por otra parte, tres grandes agencias de rating han subido este año la calificaci­ón de la deuda española. La última, Moody’s, que la ha colocado en la zona de aprobado alto, algo por debajo del notable que le dan Fitch y S&P. Teniendo en cuenta que en el 2012 rozábamos el nivel del bono basura, la mejora es muy notable.

La confianza internacio­nal en Es- paña ha subido mucho. Pero contrariam­ente los índices de confianza internos –que mejoraron en el 2017– han sufrido una corrección a la baja. El Indice de Confianza del Consumidor (ICC), que evoluciona entre 0 y 200 y que durante casi todo el año pasado estuvo por encima del punto medio del 100, lleva ya dos meses bajando, hasta el 99,7 y 98,6 en febrero y marzo. Y el Indice de Confianza Económica del CIS, menos volátil y que va de 0 a 100, ha caído en marzo bastante por debajo del punto medio del 50, hasta el 40,6, por debajo del de hace un año. ¿POR QUÉ

si sube el crecimient­o y el empleo y los agentes internacio­nales confían más en España, los índices de confianza internos están bajando en el 2018? La explicació­n convencion­al es que la recuperaci­ón es irregular, desigual, que el paro dobla la media europea y que en el empleo hay mucha temporalid­ad. Es cierto, pero eso pasaba también hace unos meses. No puede ser pues la única razón.

La clave la encontramo­s en el Índice de confianza política del CIS, que también evoluciona entre 0 y 100, y que en marzo se ha situado en un raquítico 29,9 con una caída en un año del 9,7%. Es el peor índice desde septiembre del 2016, cuando tras repetir elecciones Rajoy no lograba la investidur­a. La explicació­n es pues poco discutible. La confianza económica baja porque a primeros de año se ha acentuado la desconfian­za política y la inquietud sobre el futuro del país.

¿Qué causas hay tras esta caída de la confianza política que ha arrastrado a la confianza económica? La prolongaci­ón del conflicto catalán tiene sin duda mucho que ver. Los índices ya bajaron en octubre tras la DUI y ahora la desconfian­za ha rebrotado, después de la reválida de la mayoría independen­tista el 21-D y su incapacida­d (o falta de voluntad) para formar gobierno y liquidar así la situación de excepciona­lidad del 155. Es normal que la persistenc­ia de la anormalida­d en la primera comunidad autónoma española por su aportación al PIB, que además tiene lengua y cultura propias, genere inquietud. Y más si su último president electo está huido de España, pero perseguido por el Supremo en toda Europa.

Y la preocupaci­ón se debe acrecentar al ver la judicializ­ación creciente del conflicto, la petición de severas penas de prisión para los dirigentes independen­tistas que ganaron las últimas elecciones y la hostilidad e incapacida­d creciente de un mínimo diálogo entre el constituci­onalismo y el secesionis­mo. EL ÚLTIMO

episodio -este relativame­nte inocente- no deja de ser desconcert­ante. El jueves nos enteramos de que Albert Rivera, el líder más valorado y el del partido que más sube en las encuestas, estaba afiliado a un sindicato tan conocido como la UGT pero que se había dado de baja por el apoyo de la UGT catalana a una manifestac­ión a favor de la libertad de los políticos separatist­as. ¿Sube aún más la tensión por Catalunya o Catalunya se está convirtien­do en un peligroso motivo de lucha electoral?

La confianza ciudadana se está viendo seriamente afectada por la pervivenci­a de un conflicto que cuestiona la España autonómica, el punto central de la convivenci­a de los últimos 40 años.

cuestiona el punto central de convivenci­a: la España autonómica

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LEONARD BEARD
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