Amarillo

Al fin, eligieron bien el color. Todos aquellos que se rieron de la mala suerte asociada al amarillo y auguraron días negros para el independentismo, ahora, si quieren ver, contemplarán que el mal fario se ha producido, pero para estallar plenamente en su cara. Se nos ha llenado el aire de polillas. Un Gobierno corrompido ha arrastrado al Estado hacia la desmesura y el desprestigio.

El independentismo es, ahora mismo, el movimiento social más dinámico de Europa. Tiene un proyecto, reúne a personas de muy distintos posicionamientos políticos y ha sido aglutinado por la represión del Estado. Sus líderes cometieron errores fatales. El peor, el 6 y 7 de septiembre, cuando arremetieron contra su propia legalidad, la que les avalaba. Pero la desproporción de una prisión preventiva que ya dura una cantidad vergonzante de días, el sainete entre Montoro y Llarena a cuenta de la supuesta malversación y unos relatos policiales que más parecen al dictado de una intención que de la realidad, solo desnudan al Estado de razones.

La policía, en una acción que no soporta los mínimos de la libertad de expresión, requisó camisetas amarillas en el partido de la final de la Copa. El reconocido artista disidente chino, Ai Wei Wei, colgó una foto en Instagram: «Me he reunido hoy con el valiente presidente catalán Carles Puigdemont, un caso que pone a prueba el respeto por los derechos humanos». Pues eso, amarillo en toda la cara.