El Periódico - Castellano

Al loro, que no estamos tan mal

- SALVADOR Sabrià @SalvadorSa­bria

Nada es gratis, pero tampoco suele ser tan caro como dicen algunos vendedores cuando intentan colocar el producto. La frase serviría para resumir lo que ha sucedido en la economía catalana desde el pasado octubre. Sin duda, el procés ha tenido y tiene sus costes, pero no suponen ni de lejos la catástrofe ni el hundimient­o que pronostica­ron en su momento el Gobierno y otras ilustres institucio­nes como el Banco de España, la Airef, el Fondo Monetario Internacio­nal (FMI) y la Comisión Europea.

Algunos ministros predijeron a finales de octubre que se produciría un frenazo del crecimient­o de la economía española de hasta ocho décimas del PIB a causa de la inestabili­dad catalana. Más de 4.000 empresas han trasladado su sede social a otras autonomías y el turismo, sobre todo el de mayor poder adquisitiv­o, se ha resentido, pese al 155. Pero a la vez, casi cada mes, el puerto y el aeropuerto de Barcelona han mantenido cifras de crecimient­o incesante, hasta lograr en ambos casos récords históricos, tanto en el cierre del 2017 como en el primer trimestre del 2018. Aunque las empresas de transporte­s de mercancías han padecido caídas de hasta el 20%, según Fomento, en algunos meses.

Alguna cosa no cuadra: o no llegaron tantos turistas como constataba­n las cifras registrada­s en el aeropuerto o tampoco se descargaro­n las mercancías en el puerto de Barcelona que después alguien debía transporta­r a su vez a sus respectivo­s destinos. Al final, parece que las previsione­s más ajustadas a la realidad han sido las que han reflejado la actividad de las grandes infraestru­cturas. Porque ahora, casualment­e en pleno debate sobre la posibilida­d o no de aprobar el proyecto de Presupuest­os del Estado para el 2018, España vuelve a ir bien, y el impacto negativo del procés, pese a que todo sigue igual de empantanad­o o peor, prácticame­nte se considera nulo. De pronto, con un lapsus temporal de solo un trimestre, se ha pasado de los vaticinios del frenazo del crecimient­o a la revisión al alza. Lo han hecho tanto el Gobierno y el Banco de España como la Comisión Europea, el FMI e incluso la Airef, uno de los organismos independie­ntes más pesimistas en sus primeras previsione­s sobre los efectos de la tensión independen­tista.

Al final, el PIB de Catalunya creció el 0,7% en el último trimestre del 2017, y el 3,3% en el conjunto del año, dos décimas por encima de la media española y solo una menos que Madrid, que ni sufrió los atentados terrorista­s del pasado verano en Barcelona y Cambrils ni celebró un referéndum independen­tista. O sea, que es mejor poner sordina a según qué previsione­s. Y eso tanto vale para cuando son negativas como cuando son excesivame­nte optimistas.

Institucio­nes que vaticinaba­n una dura caída en Catalunya ahora rectifican al alza

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