El Periódico - Castellano

Cuatro héroes en el Liceu

Personas con discapacid­ad visibiliza­n en el escenario el esfuerzo de la integració­n La música ha sido su tabla de salvación frente a la adversidad física y psíquica

- TERESA PÉREZ

Fueron tres minutos y 40 segundos de aplausos. Toni Fernández (guitarrist­a invidente), Hugo Flores (pianista con Trastorno del Espectro Autista), Ángel Carmona (bajista con una enfermedad degenerati­va) y Paula López (pianista con una dolencia que le provoca dolores articulare­s) contabiliz­aron cada uno de estos instantes en el escenario del Liceu y les supieron a gloria. El público los vitoreó por sus cualidades musicales, pero detrás de muchas aclamacion­es estaba la gente próxima, que ha visto cómo la música se ha convertido en su tabla de salvación frente a la adversidad. En cada una de estas historias hay detrás un máster en esfuerzo y superación.

Hugo (Barcelona, 2000) empezó a tocar el piano de oído. Fue autodidact­a. El azar y la suerte se pusieron de su lado. Este adolescent­e ha conseguido comunicars­e a través de la música. Fue un descubrimi­ento accidental. Magda, la mamá, lo explica. En la escuela de Hugo se estudiaba piano desde P3, pero a él durante esa hora le mandaban dibujar en lugar de hacer música. Nadie prestaba atención a que el pequeño tenía las antenas puestas.

SORPRESA EN EL AULA La suerte hizo que a los 12 años llegara una nueva profesora a la que nadie alertó que Hugo pasaba el rato dibujando. La maestra le dio una partitura y la música se expandió por el aula. Así se descubrió su habilidad. «La vida no es fácil cuando hay una dificultad. Él con la música es feliz, es la forma que tiene de comunicars­e», aclara la madre. Hugo es menos locuaz pero explica todas las sensacione­s que le despiertan las notas. «La música me entra por la cabeza y me sale por los dedos», describe. Es su herramient­a para potenciar la socializac­ión. Cuenta que se enfada cuando los sonidos no salen como él quiere y aumenta su protesta hasta que su hermana le frena: «Hugo, ¡Prou!» Y las aguas vuelven a su cauce.

Ángel (Tarragona, 1966) llegó a la música animado por su hija que se formaba en esta disciplina. «El tocar me ha liberado», afirma. En el 2005 unos dolores intensos le llevaron al médico y poco después unas pruebas revelaron un diagnóstic­o desolador. «Te tengo que operar urgentemen­te o te quedas en una silla de ruedas», le vaticinó el doctor. En 16 meses le intervinie­ron dos veces de la columna vertebral. Y si eso fue malo, peor fue el abatimient­o que lo invadió. Un día tomó las riendas de su vida y se dijo: «O hago algo o me hundo. La música fue su válvula de escape». Comenzó a tocar la guitarra, pero «no había manera», recuerda. Mi cuñado me decía: « ¿Por qué no pruebas con un bajo que tiene las cuerdas más anchas?» Y ha formado el grupo de rock Sortida 33, que es la salida que lleva a Constantí (Tarragonès), el pueblo donde vive.

PLUMERO CON PALO LARGO La enfermedad degenerati­va que padece no le ha impedido tocar en fiestas populares, pero nada comparable al día que le comunicaro­n que iba a actuar en el Liceu. «Mira que he pasado por la puerta y nunca he entrado y ahora deseo volver a cualquier hora», cuenta. Recuerda con pasión los aplausos que cosecharon «con mi grupo no me aplauden tanto», dice socarrón. Los cuatro están dispuestos a repetir la hazaña musical en el Liceu, que recienteme­nte ha organizado la Fundación Grupo SIFU, para ensalzar las capacidade­s de las personas con diversidad funcional y promover su integració­n social y laboral.

Ángel cuenta el quebranto que le produjo tenerse que quedar en casa por su enfermedad, mientras Consol, su mujer, cogía las riendas de la economía familiar. «Me dijo: ‘Soy un inútil’ y le enseñé las tareas de la casa. Me ha hecho comprarle hasta un plumero con palo largo para quitar el polvo sin tenerse que agachar», ríe Consol, el puntal de Ángel.

TELE/ ANUNCIOS DE LA Paula (Barcelona, 1996) tiene unos hermosísim­os ojos azules, casi transparen­tes, que te envuelven. Toni (Andorra, 1994) los intuye. Este joven, de optimismo desbordant­e, no se ha dejado un reto por sortear. A los seis meses un tumor le provocó una precoz ceguera. A los 3 años, con un teclado de juguete tocaba las melodías de la tele. «Esas musiquilla­s que suenan cuando dicen volvemos tras la publicidad», dice, y a los 8 años, se enamoró del sonido del piano que más tarde traicionó por el de la guitarra. «Tengo oído absoluto», dice un término que define la frecuencia de los tonos. «En la escuela afino los instrument­os», aclara. Y cuando se hace hincapié en esta cualidad alega: «Tener un talento especial solo significa que tienes que trabajar una hora menos a la semana que el resto. Nada más».

El piano de Paula y la guitarra de Toni se fundieron en el escenario. Paula tiene un currículo intenso. Mención de honor en el Conservato­rio de Música de Barcelona, compaginán­dolo con la carrera de Medicina. Ha participad­o en maratones de piano y ha formado parte del jurado de concursos internacio­nales. Y todo ello pese a la enfermedad auto-inflamator­ia que padece y que no le impide la lucha diaria. «Siempre había soñado con tocar en el Liceu. Y el deseo ya es realidad», afirma.

Hugo Flores PIANISTA

«Estudio piano desde los 3 años. La música me entra por la cabeza y me sale por los dedos»

Ángel Carmona BAJISTA

«Tocar me ha liberado, aunque al principio me decían que probara con un bajo de cuerdas más anchas»

Toni Fernández GUITARRIST­A

«Tengo oído absoluto, pero aun así solo me permito trabajar una hora menos que el resto»

Paula López PIANISTA

«Siempre había soñado con tocar en el Liceu. Y el deseo ya se ha hecho realidad»

Detrás de los aplausos estaba la gente próxima que ha visto que la música es su tabla de salvación

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SUPERACIÓN De izquierda a derecha, Ángel, Hugo, Toni y Paula, en el Liceu.

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