El Periódico - Castellano

Ciudadano perro

Que Barcelona sea ‘dogfriendl­y’ no significa hacer la vista gorda con quienes incumplen las normas

- EVA Arderius Periodista.

Escribo este artículo con los ladridos de los perros del barrio de fondo. Están en la zona de juegos debajo de mi casa. Sus propietari­os no lo saben, pero escuchar ladrar todo el rato, aunque sean las siete de la tarde, molesta. En el parque también hay niños y una pista de básquet, y los propietari­os de los perros dirán que sus gritos y el rebote de la pelota molesta igual o más que sus perros. Y así hasta el infinito. La falta de empatía de unos y otros es la esencia de los problemas de convivenci­a. El y tú más aplicable a todo.

Algunos propietari­os de perros han decidido ir más allá. Han empezado una protesta contra el Ayuntamien­to de Barcelona. Dicen que con Ada Colau los perros viven peor. Se quejan de que les han quitado espacio. También denuncian persecució­n policial, como si por el hecho de tratarse de mascotas y de ser una ciudad dogfriendl­y los policías tuvieran que hacer la vista gorda con los que incumplen las normas.

Me sorprenden estas reivindica­ciones, justo ahora cuando los perros acaban de conquistar más sitio en la ciudad. Se repite la experienci­a de la playa de Llevant, que comparten personas y perros, han ganado zonas de juego en todos los distritos y pueden ir en metro gratis, cosa que no se permite ni a los niños. También tienen, cada vez más, las puertas abiertas de bares y restaurant­es. Pero los propietari­os no tienen suficiente. En el fondo, se habla de incrementa­r los derechos de los perros, de si hay que considerar­los unos ciudadanos más.

El debate no es exagerado ni tampoco es una cuestión fácil de resolver. Los perros tienen un peso importante en el padrón de seres vivos de Barcelona. La población de personas no deja de bajar, mientras que la de perros no para de subir. De los 9.000 que había en el 2012, se ha pasado a 150.000. Hay un perro por cada 10 ciudadanos. Si votasen tendrían un poder evidente en las decisiones de la ciudad. No se necesitan cifras para verlo. Barcelona es una ciudad de perros. Los que no tenemos podríamos quedar pronto en minoría, no descarto una campaña reclamando una normativa para evitar que nos discrimine­n en los establecim­ientos o nos obliguen a viajar en vagones especiales por el hecho de no llevar un perro. De hecho, aunque no se nos reconozca, los no propietari­os ya hemos cedido en muchas cosas. Convivimos con la suciedad (no todos los dueños son cívicos), nos resignamos a los ladridos de los perros que se sienten solos, hemos perdido un trozo de playa y aceptamos que viajen con nosotros en transporte público.

QUIZÁ SÍ

que en un futuro los perros acaben teniendo la considerac­ión de ciudadano. Si llega este día, me gustaría que el gobierno de turno pida que, como las personas, los animales reciban una mínima educación obligatori­a. La normativa tendría que garantizar que no se tiren encima de desconocid­os, no hurguen en jardines acabados de plantar, ni hagan pipí en puertas ajenas. Y lo más importante, tendrán que pagar impuestos. Un informe del Ayuntamien­to de Barcelona dice que el 48% de los problemas de limpieza están relacionad­os con los excremento­s de los animales. Los perros desgastan y ensucian la ciudad. Generan un coste que, como ciudadanos responsabl­es, sus dueños tendrán que asumir. Hasta que esto no pase, los perros seguirán siendo perros.

El debate soberanist­a

 ?? LEONARD BEARD ??
LEONARD BEARD
 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain