La última pareja

Hay una foto histórica, tal vez la última de Roberto Bolaño, donde se ve al escritor en la celebración de sus 50 años, en casa de su amigo A. G. Porta. Salen Juan Villoro, Ignacio Echevarría, Claudio López Lamadrid y, entre otros, Carmen Pérez de Vega, abrazada al escritor, que ya estaba enfermo, pocos meses antes de morir. Después vino todo lo demás: los vómitos, aquel viaje en coche a Barcelona, el ingreso en el Vall d’Hebron, la agonía. Y el inicio de una historia que el mismo Bolaño habría escrito como un episodio más de sus novelas, con personajes que se debaten entre la conservación de la memoria y la reivindicación sentimental, entre la defensa de un amor apasionado y la fijación por borrar los rastros de todo lo que sucedió y que se empeñan en decir que no fue cierto.

El penúltimo capítulo es la demanda que la mujer de Bolaño ha interpuesto para que la justicia decida si Pérez de Vega fue o no la última pareja del chileno. Un asunto que va más allá de los derechos de autor y que Vladimir Herrera, poeta peruano, califica así: «La negación de la existencia de Pérez de Vega es el verdadero motivo de las acciones de Carolina López, la viuda, porque los celos filosóficos suelen ser retroactivos». Habrá que ver qué decide el juez (¿quién fue en realidad la última pareja de Bolaño?), en este relato estrambótico que bien podría ser la excusa de un Sálvame. Literario, eso sí.

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