Los fármacos que se venden
lógico sería que las farmacéuticas invirtieran masivamente en ellas e intentaran sacarle el máximo partido a los productos. Si esto no ocurre es un indicio de que lo que fabrican las seudociencias realmente no sirve para nada».
«Las alternativas triunfan porque se presentan como si no fueran un negocio, como si todo lo que hicieran fuera una obra de caridad para ayudar al prójimo», explica Elena Campos, doctora en Biomedicina y presidenta de la APETP. «Pero la realidad no es esa. Son negocios millonarios que juegan con la salud de los pacientes y se enriquecen a costa de vender humo». Según Campos, la clave del discurso no está en cuestionar qué bando nos pueda convencer más o menos sino cual dispone de pruebas suficientemente sólidas para respaldar sus afirmaciones.
ESCÁNDALOS ARROJADIZOS No es oro todo lo que brilla. Desde el escándalo de la talidomida (medicamento responsable de malformaciones en los hijos de embarazadas que lo consumían) hasta la polémica del Vioxx (antinflamatorio al que se le achacan unas 140.000 muertes por infarto) , en sus dos siglos de historia la industria farmacéutica no ha permanecido inmune a las malas prácticas. «Todos tienen sus esqueletos en el armario, pero la diferencia es que los errores de las farmacéuticas han servido para reestructurar los protocolos y evitar que casos así se vuelvan a producir», explica Fernández.
En el lado opuesto, el de las industrias alternativas, los escándalos «se han utilizado para legitimar su discurso», explica Molina. Un ejemplo, según dice el escéptico, es el Biobac: un falso medicamento capaz de curar desde el cáncer a la calvicie. «Los responsables de esta estafa fueron detenidos y condenados por comercializar un producto falso o, en el mejor de los casos, sin eficacia alguna. Aún así, ahora este caso se utiliza para demostrar las presiones de la industria farmacéutica para ocultar la verdadera cura del cáncer», explica Molina. «Si realmente se hubiera dado con la cura del cáncer, ¿realmente alguien querría o podría ocultarla?»,
LA CRÍTICA NO ES ARGUMENTO En realidad ni los más escépticos niegan los claroscuros de la industria de los medicamentos. La excesiva medicalización de la salud, la falta de transparencia de literatura científica o las malas prácticas de las farmacéuticas son –según explica el escéptico Isidoro Martínez Velázquez– algunos de los puntos más polémicos del sector. «Todo ello ocurre, sin duda, pero en una escala menor al impacto que estas noticias provocan en la opinión pública», argumenta el escéptico. Según Martínez, responsable de la iniciativa de denuncia seudocientífica Qué mal puede hacer, en estos casos lo más importante es tener en cuenta que «la solución a estos problemas no se encuentra en fomentar engaños y patrañas como las mal llamadas medicinas alternativas».
«En toda su historia, la industria farmacéutica puede haber tenido más o menos aciertos, pero al final debemos valorar todas las vidas salvadas gracias a los medicamentos y las vacunas. ¿Y la industria alternativa, qué? ¿Puede demostrar de manera empírica haber salvado a una sola vida en más de 200 años?», concluye Fernández.
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Las polémicas relacionadas con algunos medicamentos han servido para mejorar los protocolos de seguridad
han pasado por estrictos controles, las ‘alternativas’ como la homeopatía, no