Sospechosa coincidencia
Dos empleados de los talleres de La Sagrera padecen fibrosis retroperitoneal, relacionada con el amianto Esta enfermedad rara afecta al año a solo una persona entre un millón
Un dolor en la espalda, atribuido a un mal gesto, precedió a un bulto en la columna
Dos mecánicos jubilados del mismo equipo y taller del metro de Barcelona, Juan Fernández y A. F., padecen fibrosis retroperitoneal, también conocida como mal de Ormond, enfermedad rara que contrae al año una persona de cada millón. Su mal no está considerado enfermedad profesional en la jurisprudencia laboral española, ni se le relaciona con el manejo de amianto, pero diversas publicaciones científicas señalan desde el 2004 una relación del mal con la ingestión de fibras de ese mineral.
En el 2011, A. F. perdió un juicio contra el metro barcelonés, cuatro mutuas sanitarias y la Seguridad Social. Ahora, a la luz de las nuevas revelaciones sobre hallazgos de amianto en piezas de los convoyes que cruzan el subsuelo de Barcelona, los dos afectados están buscando más casos entre su colectivo.
A comienzos del 2002, a Juan Fernández, chapista del metro de Barcelona, aún le faltaban 12 años para jubilarse cuando empezó a dolerle insistentemente la parte baja de la espalda. Y durante un tiempo estuvieron sus médicos y él convencidos de que era una dolencia de las vértebras lumbares L3 y L4. «Me decían que era por una mala posición, o que me la había provocado algún mal gesto», relata a EL PERIÓDICO en la primera vez que habla públicamente de su dolencia.
Por la persistencia del dolor le hicieron un TAC en la primavera de aquel año. Su primera lectura no reveló lo que tenía hasta que un especialista localizó, mes y medio después, un bulto creciente en el retroperitoneo, pegado ya a la columna e inoperable. Del ambulatorio, el mecánico fue directamente al hospital Vall d’Hebron para ser ingresado de urgencia. Dieciséis años después controla el crecimiento de su bulto tomando nueve pastillas al día de distintos fármacos.
Trabajaban codo con codo
El mal de Ormond afecta severamente a los riñones por tocar la zona lumbar. Hoy, Fernández forma parte de un pequeño grupo de seis barceloneses que se tratan la enfermedad en Vall d’Hebron. A A. F., que admite padecerla también pero prefiere no hacer declaraciones, se la tratan en otro centro.
Fernández tiene 65 años. A. F., 63. Los dos trabajaban en la misma sección, Planchistería, y muy a menudo codo con codo. «Ya es casualidad que estemos los dos malos de la misma enfermedad rara», dice el primero. Una patología que en el mundo tiene una incidencia de un caso por millón, en los talleres de La Sagrera ha afectado, que se sepa a dos de 25 trabajadores. Los dos solían respirar por la boca, por lo que podrían haber ingerido, y no solo inhalado, microfibras de amianto.
Los dos están incluidos en el programa de control de asbestosis del metro de Barcelona, que les vigila los pulmones, pero no el peritoneo. Ambos están en contacto con sus excompañeros de taller por un grupo de Whatsapp que lleva un mes intercambiando noticias sobre el amianto. Una vez cada dos meses quedan a comer para verse y preguntarse cómo están.
La búsqueda de otros casos aún no ha dado resultados. Han indagado en el metro de Madrid, donde de momento tampoco se han localizado positivos. Solo han sabido de un colega, Julián Martín, que, antes de fallecer por cáncer de pulmón, tuvo un tumor en el esófago.
Desde la sección de salud de CCOO en el metro madrileño advierten de la dificultad de esta búsqueda «dado que es un colectivo de jubilados muy disperso y cuya salud ya no se ve en una sola unidad médica, sino en sus ambulatorios», explica Alfonso Blanco, delegado del sindicato.
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El plan de control de abestosis no incluye el peritoneo pese a la relación científica