El Periódico - Castellano

Todo. River fue un poco más técnico

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La amenaza de lluvia se instaló en un cielo negrísimo. Sin embargo, esta vez, no escupió agua. Para muchos hinchas no fue una casualidad meteorológ­ica. Ellos dijeron haber aportado lo suyo para evitar el temporal: hicieron cruces de sal en los parques, colocaron huevos crudos o cebollas en un rincón de sus casas o, simplement­e, se encomendar­on a San Isidro Labrador para que trajera sol y un poco fortuna. «Nos faltó suerte. La final está todavía abierta», se lamentó Benedetto.

En Boca predominó el sudor y el ‘culto al huevo’. Los cojones ante

HECHIZO TEMPORAL Argentina se ha olvidado por unas horas de sus penurias económicas. Solo un Boca-River pudo realizar semejante hechizo temporal. El encantamie­nto se extendió a todo el planeta, que puso un ojo en la lejana Buenos Aires para ver «la madre de todas las batallas», como la llamó la cadena Fox. River cavó de inmediato sus trincheras: puso cinco defensores y apostó al contragolp­e. A los cinco y siete minutos estuvo cerca de abrir el marcador. Boca, que se había quedado sin Pavón por un problema muscular, fue el que golpeó primero. A los 33 minutos, Abila recibió solo en el margen izquierdo del área y disparó con fuerza. Armani rechazó con su pecho. El atacante volvió a fusilarlo y esta vez el portero no pudo hacer nada. La Bombonera explotó.

El aburrimien­to previo es siempre el precio que se paga por un desahogo supremo. Claro que los locales tuvieron que llamarse de inmediato a silencio porque el rival centenario aprovechó un descuido defensivo. Frente a Rossi, Pratto fue letal. El partido ganó en intensidad. Martínez pudo marcar diferencia­s para River pero Rossi, por tercera vez, lo impidió. Antes del cierre del primer

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