El Periódico - Castellano

No apto para Cristiano

El 20º aniversari­o del primer encuentro estatal de ‘breakers’ en Nou Barris fue toda una vibrante exhibición de los valores del hip-hop

- NANDO Cruz Ramón De España

«¡Quiero competir!», gritaba el breaker francés, incapaz de aceptar su eliminació­n. Y empezó a despreciar a otros contrincan­tes hasta que otro breaker se le encaró. «¿Te estás metiendo con mi equipo?». Lo que hasta entonces era una sana celebració­n de la cultura hip-hop estaba a punto de derivar en pelea. Hubo empujones y forcejeos. La tangana estaba en su punto hasta que el presentado­r agarró el micro: «¡Vamos a bailar!». El público jaleó: «¡Battle! ¡Battle!». Todos querían batalla. Habría batalla.

Se abrió un círculo en la pista y el breaker de Perpinyà, una suerte de Cristiano Ronaldo más por su incaa pacidad para aceptar la derrota que por sus habilidade­s, se batió con todo el que se le puso a tiro. Bailaron con violencia, pero no hubo puñetazos sino top rocks, footworks y molinillos. El presentado­r zanjó la batalla cuando calculó que la rabia se había evaporado a través del sudor y la adrenalina. El público aplaudió enloquecid­o, pues había vivido una batalla al rojo vivo, un duelo de verdad.

La Lunatik Jam que se celebró el sábado en el Ateneu Popular 9 Barris era una reunión de breakers a nivel estatal y, también, un homenaje a la Lunatic Jam original, la que se celebró en 1998 en este mismo lugar. Rudy y Mike, dos de los organizado­res de aquel evento que reunió gente de Zaragoza, Valencia, Cádiz y León, tenían entonces 17 años y formaban parte de Lunatiks Crew, uno de los ocho equipos que hoy han llegado a cuartos de final en este simposio que ha reunido más de 400 breakers de toda España e incluso de Francia y Alemania dispuestos a exhibir sus malabarism­os corporales.

El jurado

Sankofa Crew son de Múnich, aunque viven en Marsella. Han venido en bus y se deshacen pronto de Floor Playerz, colectivo de Canarias y Vigo. La decisión la han tomado los tres expertos del jurado: Kapi, un veterano que ganó la edición del 1998, el suizo Pegaso y la bailarina Movie One. El segundo cruce enfrenta a los locales Follen Inglés y los almeriense­s R4M. Las sonrisas han sustituido los insultos. Los breakers se burlan de los errores del oponente, pero también resaltan sus piruetas más brillantes. Se provocan con movimiento­s. «¡Aquí se baila, no se habla!», ha gritado alguien antes.

«¡Esta sí que va a ser una batalla de nivel!», anuncia un espectador. Se enfrentan los valenciano­s Special K y los locales Actitud Salvaje. Sus piruetas individual­es están acompañada­s de coreografí­as grupales. Son más pandilla que suma de breakers y eso es más vistoso. La crew valenciana, además, incluye dos chicas. Y eso sí es llamativo. Hay manos en el paquete y miradas en plan ‘qué haces en mi barrio’. Algunas piruetas rebasan la línea del contrario. Alguna casi se lleva por delante las mandíbulas del jurado. Es otro nivel, sí. La típica final anticipada de Champions. Pasan Actitud Salvaje.

La última eliminator­ia enfrenta a La Nueva Escuela Española, un joven colectivo con gente de todo el país y a los veteranos Lunaticks Crew. Esa mujer que baila con los segundos es Raza. Ya participó en la Lunatic Jam de 1998. Ese día fue la única mujer que salió a bailar. Hoy hay muchas más por la sala. Uno de los breakers de La Nueva lleva una camiseta en cuyo reverso se lee la frase See You Soon. Nos vemos pronto, sí. Su grupo pasa semifinale­s. De nuevo, sin mosqueos ni gritos. Solo abrazos.

La final protagoniz­ada por chavales que apenas habían nacido cuando se celebró la jam del 1998, no se disputará con música enlatada, sino tocada en directo. Ya está en el escenario Back To The Sound, pero antes hay que rendir homenaje a Rudy y Mike. «Aquello fue una semilla y la semilla ha crecido», concluyen. Los alemanes son tres frente a los siete de La Nueva, pero se llevarán el trofeo y 500 euros de premio. Decenas de breakers abrazan y felicitan a la Sankofa Crew, que dan brincos de alegría. Todos en el Ateneu están embriagado­s de felicidad. Esta es una victoria colectiva. Un encuentro al que todos han contribuid­o. ¿Y quién acaba de entrar solo para felicitar a los ganadores? Exacto, el Cristiano Ronaldo de Perpinyà.

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JORDI COTRINA Un ‘breaker’ hace una de sus piruetas durante la competició­n.
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